OPINIÓN | Tuca & Bertie: surrealismo feminista
Tuca & Bertie es una serie que demostró que el surrealismo y la animación saturada también puede ser el camino para reflejar las tragedias cotidianas que viven las mujeres diariamente
El pasado 24 de julio, a través de su cuenta de Twitter, Lisa Hanawalt (creadora del show que ocupa este texto e ilustradora de la aclamada BoJack Horseman), anunció que Netflix cancelaba la producción de Tuca & Bertie, serie animada de solo una temporada que se estrenó durante el segundo trimestre de este año.
La noticia no sorprendió a muchos, dado el poco ruido que se generó alrededor de ella; sin embargo, fue una decisión definitivamente cuestionada, pues a pesar de todo, la serie logró formar un nicho consistente de seguidores y fue acumulando críticas positivas, de medios como el NY Times, que incluso, la destacan como una de las mejores del año.
La serie relata el día a día de 2 amigas pájaro (siguiendo la línea de representación antropomórfica de BoJack Horseman), que dejan de vivir juntas después de que una de ellas (Bertie) decide comenzar a vivir con su pareja.
A lo largo de los primeros capítulos podemos observar que las protagonistas mantienen una amistad muy estrecha a pesar de tener un carácter diametralmente opuesto. Tuca, por un lado, es un tucán grande, extrovertido, y con un sentido de la “responsabilidad” muy vago, mientras que Bertie es un pequeño pájaro introvertido y lleno de ansiedad.
Y si bien, puede parecer sólo la animación extraña de lo que podría ser una Sitcom cualquiera, poco a poco va dejando ver de qué va realmente esta amistad.
Es el eje conductor de la trama, pero más que eso, es un pretexto para develarnos las motivaciones y razón de ser de dos personajes mujeres sumamente complejas y muy cercanas a la experiencia de sobrevivir en un contexto tan duro como el nuestro, que, además, se encrudece en contraste con la brillante y dinámica fantasía en que todo se envuelve.
A diferencia de su prima historia del caballo autodestructivo, la narrativa visual no intenta recrear la versión de un escenario real en el mundo animal (Hollywood). Esta se separa por completo (aunque no parezca tan obvio por el diseño de los personajes) y nos sumerge en una ciudad en la que los trenes no son trenes sino serpientes y en los que las distintas partes de nuestro cuerpo pueden amputarse y hablar por sí mismas para contarnos su historia. Todo esto sin explicación alguna.
Entonces ¿cómo funciona la narración de personajes tan humanos (como lo mencionaba párrafos atrás) en un contexto que no teme separarse así de la realidad?
En 1924 André Breton escribía en Primer manifiesto surrealista que lo que más amaba de la
imaginación es que ella nada perdonaba, definiendo al surrealismo como una suerte de flujo del pensamiento en el que la razón, la moral o la estética (canónica) quedan anuladas, por lo que no existen los límites y todo puede ser incidido (nada perdona).
En este sentido, la creación y el pensamiento a través de la imaginación tienen que romper los
esquemas de lo que entendemos como real, pero eso no quiere decir que lo que surge de ello es inexistente, sino que es una forma de entender y articular, un lenguaje en sí mismo. Y justo esa es la clave para poder comprender la razón y la importancia de la animación saturada en la serie.
Uno de los capítulos clave para ejemplificar mejor las palabras de Breton es el segundo: “La
promoción”, en el que se relata el intento de Bertie por conseguir un mejor puesto dentro de la revista en la que trabaja.
A lo largo del episodio la vemos lidiar constantemente con sus propias inseguridades y en el intentar romper con ellas va descubriendo, poco a poco, el entramado social y jerárquico que se rige en su espacio de trabajo, uno, por cierto, lleno de misoginia.
Todo comienza con una junta de trabajo en la que su compañero, Dirk, roba una de sus ideas y la presenta como propia. Más adelante Bertie, y por el mismo sujeto, es acosada a través de unos comentarios inapropiados respecto a su apariencia, lo que provoca que lo inesperado suceda: uno de sus pechos salta y huye de la situación.
Justo en ese momento es donde la realidad marcada dentro de la misma serie es irrumpida por un hecho cuya posibilidad desconocíamos en este mundo creado. En otras palabras: la imaginación conquista el espacio, la misma que, retomando a Breton, nada perdona.
Esta escena no intenta brindar al espectador una explicación razonable sobre lo que acaba de pasar, la historia y la animación reaccionan sin explicaciones como si fuera una suerte de impulso, en ese sentido, muestra y provoca más un sentimiento que una idea: las ganas de huir ante una situación que incomoda y, ante el tabú, también avergüenza.
Además de este capítulo, más adelante se desarrollan otros en los que se abordan temas como el alcoholismo, la rehabilitación y también la violencia sexual. Todos ellos abordados desde una animación que comunica los sentimientos más profundos, complejos y también universales que ellas, al igual que muchas mujeres alrededor del mundo, han experimentado.
De esta manera es como un estilo surrealista y saturado es capaz de integrar dos caras de una misma moneda: la comedia y la tragedia.
Indira Alcántara es Licenciada en Letras Hispánicas por la UAEMor y egresada de la Maestría en Literatura Mexicana Contemporánea de la UAM-Azcapotzalco.
Cuenta con experiencia en producción cinematográfica, radio en línea y actualmente se desarrolla como creadora de contenido para Marketing digital.