Ya son más de 3 millones de muertos por COVID-19 en el mundo
Se cree que la cifra real de muertes por COVID-19 es significativamente más alta por el posible encubrimiento de decesos por parte de los gobiernos
Este sábado 17 de abril, la cifra global de fallecidos a causa del coronavirus SARS-CoV-2 superó los 3 millones de personas, en medio de repetidos reveses en la campaña mundial de vacunación y del empeoramiento de la crisis en países como Brasil, India o Francia.
El número de vidas perdidas, según los datos compilados por la Universidad Johns Hopkins, es igual a la población de Caracas, Venezuela; Kiev, Ucrania, o a la de la zona metropolitana de Lisboa, Portugal. Está por encima del número de residentes en Chicago (2,7 millones), y es el equivalente a los de Filadelfia y Dallas combinados.
Se cree que la cifra real es significativamente más alta por el posible encubrimiento de decesos por parte de los gobiernos y por los muchos casos que se ignoraron en las primeras fases del brote que comenzó en Wuhan, China, a finales de 2019.
Cuando el pasado enero se superó el sombrío umbral de los dos millones de muertos, las campañas de vacunación acababan de empezar en Europa y Estados Unidos. Hoy están en marcha en más de 190 países, aunque su éxito en la contención del virus varía ampliamente.
Aunque las campañas en Estados Unidos y Gran Bretaña están muy avanzadas y la población y los negocios empiezan a contemplar la vida tras la pandemia, otros lugares, en su mayoría naciones pobres, aunque también algunas ricas, se están quedando atrás en la administración de las vacunas y han impuesto nuevos confinamientos y restricciones ante el aumento de los contagios.
A nivel mundial, las muertes están subiendo de nuevo, con un promedio diario de alrededor de 12 mil, y las infecciones siguen también una trayectoria ascendente, con unas 700 mil por día.
“Esta no es la situación en la que queremos estar a 16 meses del inicio de la pandemia, cuando tenemos medidas de control probadas”, afirmó Maria Van Kerkhove, una de las principales expertas en COVID-19 de la Organización Mundial de la Salud.
En Brasil, donde se rondan los 3 mil decesos diarios, el equivalente a una cuarta parte de las muertes registradas en todo el mundo en las últimas semanas, un funcionario de la OMS comparó la crisis sanitaria con un “rabioso infierno”. Una variante más contagiosa del virus se ha extendido por toda la nación.
A medida que suben las infecciones, los hospitales se están quedando sin sedantes. Como resultado se ha reportado que algunos doctores diluyen los suministros que quedan e incluso atan a los pacientes a sus camas mientras les introducen tubos para respirar por la garganta.
El lento avance de los esfuerzos de inmunización ha aplastado el orgullo de los brasileños, que solían llevar a cabo enormes campañas de vacunación que eran la envidia de las naciones en desarrollo.
Siguiendo el ejemplo de su presidente, Jair Bolsonaro, quien ha comparado el virus con una gripecita, el Ministerio de Salud pasó meses apostando todo a una única vacuna e ignorando a otros productores. Cuando comenzaron los cuellos de botella en la distribución, ya era demasiado tarde para conseguir grandes cantidades de dosis a tiempo.