OPINIÓN | La violencia intrafamiliar y la mediación pacífica de conflictos

Por: Fernando de Jesús Hernández Estrada

Los efectos derivados de la pandemia ya han sido estudiados desde diferentes enfoques y como consecuencia del confinamiento se produjeron una serie de problemas de los cuales nos interesa destacar el incremento de la violencia intrafamiliar y la necesidad de generar estrategias que la prevengan.

Lo primero que hay que enfatizar es que el Estado debe ser garante de los derechos sociales, a través de sus diferentes instituciones para garantizar la seguridad de todos sus habitantes fuera o dentro del entorno familiar, tan es así, que existe el concepto de violencia institucional, que es aquella que se produce cuando las instituciones del Estado faltan a su obligación de proveer a los ciudadanos todas aquellas condiciones sociales que se requieren para que las personas accedan a un desarrollo armónico exitoso.

De este modo, la falta de escuelas, clínicas y hospitales, parques, museos, servicios (Agua, luz, drenaje, teléfono, internet, etc.), las normas coercitivas, los atentados contra la autonomía de las instituciones, oferta de plazas de empleos, todos son violencia institucional.

Para efecto del tema que nos ocupa, las condicionantes que más influyen en la comisión de las agresiones al interior de una familia son: presencia de adicciones, cultura machista, antecedente de infancia violenta y reproducción de abusos sufridos, etcétera.

Al igual que los adultos, los niños también enfrentan conflictos y hay que orientarlos para que puedan superarlos de manera positiva. Es fundamental comprender que en numerosas ocasiones, el problema no radica en el conflicto en sí, sino en la deficiente capacidad conductual para gestionar su resolución, porque resolver conflictos de manera pacífica les  permite conocer sus emociones, desarrollar empatía, priorizar situaciones, reforzar la autoestima, mejor toma de decisiones, saber escuchar y dialogar, estimular un pensamiento reflexivo y desarrollar una expresión corporal relajada durante el conflicto, explorando soluciones a las distintas diferencias y situaciones de tensión.

La resolución de conflictos se basa en un proceso de mediación y de empatía, pero también se pueden destacar otros pasos que ayudan a resolverlos. Aquí algunos de ellos:

1. Identificar el conflicto: es importante que los niños identifiquen cuál es el problema que originó el conflicto y que sean capaces de expresarlo.
2. Reconocer las emociones: es vital que reconozcan sus emociones y las identifiquen para poder solucionar el conflicto. Es bueno generar una ronda de preguntas en la que el niño pueda expresar cómo se siente, qué le hace sentir así o por qué reacciona de la forma en que lo hace.
3. Generar soluciones: la creatividad y la colaboración son claves para generar soluciones. Es importante que se planteen preguntas a los niños que permitan dar posibles soluciones, por ejemplo: ¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Qué harían otros niños frente a esa situación?
4. Valorar y probar cada solución: cuando hay un proceso de valoración de las soluciones planteadas, los niños se sienten escuchados. Este proceso permite ir valorando cada una de las propuestas, en base a las ventajas e inconvenientes de cada opción.
5. Recordar los pasos: se debe aprovechar la oportunidad para recordar los pasos de las técnicas de resolución de conflictos. De esta forma se convierte en un hábito cotidiano.
6. Evaluar lo ocurrido: reforzar los sentimientos positivos contribuirá a mantener el control emocional ante conflictos futuros.

Las técnicas más empleadas suelen ser el diálogo, la cooperación y la empatía, creando un ambiente idóneo para aportar soluciones. Por tanto, hay que tener en cuenta los siguientes consejos:

1.   Relajarse

Es importante que ante cualquier conflicto los niños se encuentren calmados. Ninguna solución coherente surgirá mientras se encuentren molestos o emocionalmente frágiles.

2.   Saber disculparse

Alentar a los niños a disculparse ayudará a reparar las relaciones con los demás y abrirá las puertas para el diálogo y las posibles soluciones.

3.   Reforzar la empatía

Cuando el niño es capaz de ponerse en el lugar del otro, la resolución del conflicto llega más rápido y será más eficaz.

4.   Los adultos deben servir de ejemplo

Los niños aprenden más del ejemplo (imitación) que de las palabras. Si observa en sus padres o maestros que hay formas diferentes de abordar los problemas, tratará de imitarlo, y por supuesto, esto ayudará a solucionar cualquier problema entre los niños.

5.   Dramatizaciones

Una buena forma para que los niños practiquen e incorporen la resolución de conflictos, es a través de los juegos de roles o de situaciones hipotéticas. Estas actividades permiten a los niños la posibilidad de valorar distintas perspectivas y hacen que lo vean como algo natural.

La capacidad para resolver conflictos es primordial para el control de las emociones dentro y fuera del hogar. Es un proceso que involucra una gran cantidad de habilidades cognitivas como la creatividad, la memoria, la compresión o la atención, entre otras.

La violencia en nuestro país es el flagelo que más daño está produciendo en la sociedad. En “Sumando Esfuerzos por Juárez, A.C.” le damos mucha importancia a la resolución de conflictos de manera pacífica porque consideramos que las nuevas generaciones deben ser capacitadas en esta metodología si es que no deseamos que la violencia siga enseñoreándose y así,  contribuir a la armonía social y la convivencia de nuestros niños y adolescentes.