OPINIÓN | Activismo social y desarrollo sostenible
Ningún gobierno democrático logra gobernanza sin la participación de la sociedad civil organizada.
Por Fernando de Jesús Hernández Estrada
En entregas previas, expresé mi postura acerca del valor social que representa la sociedad civil organizada y el axioma de que ningún gobierno obtiene buenos resultados de gestión y logro, si lo hace despreciando a la sociedad civil organizada. En esta ocasión intento contextualizarlo para plantearlo de una forma -espero- más o menos sucinta.
Tendremos que asumirnos como un conglomerado de personas -la sociedad- con muy diversas visiones del mundo y de las cosas, pero con la necesidad, ya impostergable, de limar diferencias para buscar un mundo más armónico, en donde la violencia -en todas sus expresiones- desde bullyng, violencia intrafamiliar, violencias simbólicas y otras, hasta llegar a la máxima expresión de la violencia: homicidio, suicidio y feminicidio, deje de tener cabida en nuestra sociedad.
Es hasta entonces, que podremos aspirar a ascender en la escala de satisfactores hacia la búsqueda de la felicidad y la realización personal.
Voluntariado es la actividad en que la persona dedica parte de su tiempo a la acción solidaria y altruista, sin recibir remuneración a cambio. Por otra parte, un activista es alguien que está activo en una campaña a favor del cambio, normalmente en cuestiones políticas, ecológicas o sociales.
En este contexto, cuando se habla de desarrollo sostenible, nos referimos a la responsabilidad de buscar -en nuestro presente- el desarrollo de la comunidad, pero garantizando la subsistencia de los sistemas naturales que permitan que las generaciones futuras tengan aseguradas las condiciones necesarias para su desarrollo ecológico, económico y social.
El activismo social surge desde la misma premisa que el voluntariado: son personas que brindan su tiempo porque desean un cambio en la comunidad. Todos los voluntarios son activistas sociales y tanto el activismo como el voluntariado, convergen regularmente en las asociaciones civiles.
En los últimos años se ha buscado el cambio de los sistemas de responsabilidad, rendición de cuentas y gobernanza, (ésta última es cuando el gobierno se abre a las fuerzas sociales para crear mejores condiciones de gobernabilidad), en favor de la participación ciudadana para lograr una sociedad más justa e incluyente.
Ningún gobierno democrático logra gobernanza sin la participación de la sociedad civil organizada.
El voluntariado rinde beneficios tanto para quien da la ayuda, como para quien la recibe porque ayudar a los demás es como una terapia que nos permite conocernos y conocer otras realidades.
Existen en nuestro país muchísimas personas con una inclinación natural para la acción social, pero no encuentran la manera de encausar este intento. Nos falta educación comunitaria para entender que el voluntariado es el camino para la participación cívicamente direccionada.
Lograr el desarrollo sostenible es actualmente un imperativo y para lograrlo hay que mejorar la gobernanza, luchar contra las desigualdades y ampliar la capacidad de expresión y participación ciudadana.
El voluntariado otorga voz a los que no hablan, que viven sin esperanza o sólo esperando que sean otros los que resuelvan por ellos. Esas inquietudes o mejor dicho “quietudes”, deben ser canalizadas hacia las organizaciones de la sociedad civil para que las recojan y aporten soluciones.
El desarrollo sostenible requiere como condición “sine qua non” la promoción de la paz y el desarrollo, impulsando la participación, la responsabilidad y rendición de cuentas gubernamentales, así como la receptividad de los actores sociales como pilares de la gobernanza y otras soluciones para el desarrollo.
Las organizaciones de la sociedad civil con voluntariado se encuentran actualmente resistiendo fuertes presiones desde entes gubernamentales y empresariales, lo que debilita su accionar, pero no perdamos de vista la importancia vital que éstas tienen como puente gobierno-comunidad.
Por esta causa, para que haya gobernanza, deberá impulsarse el financiamiento de las asociaciones civiles y permitir que tomen parte en las decisiones sobre el desarrollo -como colaborador en simetría- con los otros sectores (gobierno-Empresa) y crear un entorno propicio para la participación ciudadana.
Y es que, definitivamente, el desarrollo sostenible sólo podrá lograrse involucrando a la sociedad civil.