18 de diciembre de 2024

Trabajar nos permite realizarnos y colaborar en un proyecto de Dios

En el ámbito de la audiencia general de esta mañana, el Papa Francisco reflexionó en su catequesis sobre el trabajo de San José de quien Jesús aprendió, no obstante, su trabajo duro y poco retribuido. El Santo Padre rezó por las familias que sufren a causa del trabajo, y afirmó que debemos “recuperar el sentido del trabajo, como elemento esencial que dignifica al hombre y coopera a su santificación”, puesto que hoy demasiadas personas son explotadas privándolas de su dignidad

 

Vatican News

En la audiencia general de esta mañana – celebrada en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano – el Papa reanudó su catequesis sobre San José. Tras escuchar el Evangelio que relata que la gente de Nazaret oyendo hablar a Jesús se preguntaba acerca de su origen, por ser “el hijo del carpintero”, el que ejercía el oficio de su padre, Francisco explicó que el término griego tekton, usado para indicar el trabajo del esposo de María, fue traducido de varias maneras. De este modo, los Padres latinos de la Iglesia lo hicieron con la palabra “carpintero”. Pero hay que tener presente que “en la Palestina de los tiempos de Jesús la madera servía, además de para fabricar arados y muebles varios, también para construir casas, que tenían ventanas de madera y techos de terraza hechos de vigas conectadas entre sí con ramas y tierra”.

 

Por tanto – prosiguió explicando el Santo Padre – “carpintero” u “obrero de la madera” era “una calificación genérica, que indicaba tanto a los artesanos de la madera como a los trabajadores que se dedicaban a actividades relacionadas con la construcción”. Además, el Pontífice destacó que “desde el punto de vista económico no aseguraba grandes ganancias, como se deduce del hecho de que María y José, cuando presentaron a Jesús en el Templo, ofrecieron sólo un par de tórtolas o pichones, como prescribía la Ley para los pobres”.

 

El drama de no tener trabajo

El Papa puso de manifiesto que cuando Jesús empezó a predicar, sus coterráneos asombrados se preguntaban de dónde procedía su y capacidad de realizar milagros y se escandalizaban a causa de él.

 

“Este dato biográfico de José y de Jesús me hace pensar en todos los trabajadores del mundo, de forma particular en aquellos que hacen trabajos duros en las minas y en ciertas fábricas; en aquellos que son explotados con el trabajo en negro; en las víctimas del trabajo, hemos visto que en Italia últimamente hay demasiadas; en los niños que son obligados a trabajar y en aquellos que hurgan en los vertederos en busca de algo útil para intercambiar…”

 

Francisco extendió su pensamiento también en quien está sin trabajo, a “los que se sienten justamente heridos en su dignidad porque no encuentran un trabajo”, incluyendo a muchos jóvenes, padres y madres que “viven el drama de no tener un trabajo que les permita vivir serenamente”. Además, el Papa destacó el carácter dramático de esta situación que suele conducir a “perder toda esperanza y deseo de vida”. A lo que añadió que quien regresa a casa sin haber encontrado trabajo y la Cáritas le ha dado algo de pan, no recibe esa dignidad: “Lo que te da dignidad es ganarte el pan, y si no damos a nuestra gente, a nuestros hombres y mujeres, la capacidad de ganarse el pan, esta es una injusticia social en ese lugar, en esa nación, en ese continente”.

 

“Los gobernantes deben dar a todos la posibilidad de ganarse el pan, ya que esta ganancia les da dignidad. El trabajo es una unción de dignidad, y esto es importante”

 

El trabajo en tiempos de pandemia

“En estos tiempos de pandemia muchas personas han perdido el trabajo y algunos, aplastados por un peso insoportable, han llegado al punto de quitarse la vida. Quisiera hoy recordar a cada uno de ellos y a sus familias”, dijo el Papa. “Hagamos un momento de silencio recordando a esos hombres a esas mujeres desesperados, porque no encuentran trabajo”. “Trabajar – prosiguió – no sólo sirve para conseguir el sustento adecuado: es también un lugar en el que nos experimentamos a nosotros mismos, nos sentimos útiles, y aprendemos la gran lección de la concreción, que ayuda a que la vida espiritual no se convierta en espiritualismo”.

 

“Pero lamentablemente el trabajo es a menudo rehén de la injusticia social y, más que ser un medio de humanización, se convierte en una periferia existencial”

 

De ahí que el Santo Padre se haya preguntado:

“¿Con qué espíritu hacemos nuestro trabajo cotidiano? ¿Cómo afrontamos el cansancio? ¿Vemos nuestra actividad unida sólo a nuestro destino o también al destino de los otros? De hecho, el trabajo es una forma de expresar nuestra personalidad, que es por su naturaleza relacional”

 

“El trabajo – añadió Francisco – es también una forma de expresar nuestra creatividad: cada uno hace el trabajo a su manera, con su propio estilo; el mismo trabajo, pero con un estilo diferente”. Por esta razón afirmó que “es bonito pensar que Jesús mismo trabajó y que aprendió este arte propio de San José”. Y ante la pregunta que debemos formularnos hoy acerca de “qué podemos hacer para recuperar el valor del trabajo; y qué contribución, como Iglesia, podemos dar para que este sea rescatado de la lógica del mero beneficio y pueda ser vivido como derecho y deber fundamental de la persona, que expresa e incrementa su dignidad”, rezó con los fieles y peregrinos presentes la oración que San Pablo VI elevó a San José el 1 de mayo de 1969:

 

Oración a San José

  • Oh, San José,
  • patrón de la Iglesia,
  • tú que junto con el Verbo encarnado
  • trabajaste cada día para ganarte el pan,
  • encontrando en Él la fuerza de vivir y trabajar;
  • tú que has sentido la inquietud del mañana,
  • la amargura de la pobreza, la precariedad del trabajo;
  • tú que muestras hoy el ejemplo de tu figura,
  • humilde delante de los hombres,
  • pero grandísima delante de Dios,
  • protege a los trabajadores en su dura existencia diaria,
  • defiéndelos del desaliento,
  • de la revuelta negadora,
  • como de la tentación del hedonismo;
  • y custodia la paz del mundo,
  • esa paz que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos. Amén

Saludos del Papa

En nuestro idioma, al saludar cordialmente a los fieles que asistieron a esta audiencia general el Santo Padre les dijo:

 

“Los animo a reflexionar sobre el sentido que damos al propio trabajo, a verlo como un servicio, como un modo de ayudar a los demás con nuestro esfuerzo. Que el Señor los bendiga y bendiga todas sus tareas, de modo que sean siempre para la mayor gloria de Dios”

 

A los fieles de lengua portuguesa los invitó a ayudar a nuestros hermanos “a recuperar el valor del trabajo” con Jesús y San José, “para que todos vivamos juntos, con conciencia alegre, nuestra dignidad de hijos de Dios”.

 

Al saludar a los peregrinos procedentes de los países francófonos, especialmente a los jóvenes de la diócesis de Tarbes, junto con Monseñor Emmanuel Gobilliard, obispo auxiliar de Lyon, el Papa formuló votos para que, “por intercesión de San José, los jóvenes, los padres y madres desempleados que viven en la precariedad y la angustia por sus familias, encuentren trabajo para llevar una vida digna y serena”.

 

También saludó a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los procedentes de los Estados Unidos de América, invocando sobre todos ellos y sus familias, “la alegría y la paz del Señor”.

 

De la misma manera saludó a los peregrinos de habla alemana, a quienes pidió compartir sus actividades con los débiles, puesto que es de gran importancia para ellos y un apoyo significativo también para nosotros.

 

San Juan Pablo II

A los peregrinos polacos Francisco los invitó a pedir al Señor, junto con San José carpintero, “que el mundo de hoy sea cada vez más sensible al valor humano y espiritual del trabajo”. A la vez que les recordó que:

 

“Como decía San Juan Pablo II, gracias al banco de trabajo en el que ejerció su oficio con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la Redención (Redemptoris custos, 22)”

A los fieles de lengua árabe el Santo Padre los invitó a pedir San José, “Patrono de la Iglesia, que trabajó para asegurar el pan de cada día a la familia de Nazaret, experimentando la amargura de la pobreza y la precariedad del trabajo, que proteja a los trabajadores en su dura existencia diaria, defendiéndolos del desánimo y la explotación, y que salvaguarde la paz en el mundo, que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos”.

 

Por último, antes de rezar el Padrenuestro en latín y de impartir su bendición apostólica, el Obispo de Roma dio su cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. En particular, el Papa saludó a los miembros del Instituto secular de don Orione. A la vez que pidió “que la figura de San José, el humilde carpintero de Nazaret, nos guíe hacia Cristo, apoye a los que trabajan por el bien e interceda por los que han perdido su trabajo o no lo encuentran”.

 

Mientras al dirigir un pensamiento especial a los ancianos, enfermos, jóvenes y recién casados el Papa Francisco recordó que el domingo pasado celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, “una ocasión propicia para repensar el propio Bautismo en la fe de la Iglesia”. Y los invitó a redescubrir “la gracia que proviene del Sacramento” y a traducirla en los compromisos diarios de sus vidas.

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