21 de diciembre de 2024

Tenemos que hablar de nuestros jóvenes: una mirada médica y ética de los excesos

Dra. Lourdes del Carmen Alvarado Ávila, Médico dedicada a la Gineco Obstetricia y profesor de la Facultad de Medicina de la UAG.

Tenemos que hablar de un problema real y preocupante, una inquietud acerca de los cambios en la conducta y preferencia de nuestros jóvenes y, enfatizo nuestros, ya que sólo si utilizamos adjetivos posesivos como éste, podremos realmente, con ese sentido de pertenencia, hacer algo en beneficio de nuestra juventud.

Los jóvenes hoy pasan por innumerables experiencias, algunas de ellas por decisión propia y otras por inducción de amigos o de la sociedad misma y es el abuso.

El alcohol, por ejemplo. Nuestros niños y jóvenes incursionan en la ingesta de bebidas alcohólicas a edades tan tempranas. Es posible en nuestros tiempos detectar adolescentes de secundaria y preparatoria que ingieren de forma consuetudinaria bebidas embriagantes por el solo hecho de desinhibirse, de “estar bien” con los amigos, de seguir con las imposiciones de una sociedad cada vez más permisiva.

Muchos jóvenes en la actualidad no conciben una reunión sin la presencia de bebidas alcohólicas.

Por otro lado, los medios de comunicación y los amigos influyen de manera decisiva en las mentes inmaduras de esos jóvenes quienes se dejan convencer acerca de que la ingesta de bebidas alcohólicas es inocua, necesaria y permitida para poder hacer de una fiesta algo inolvidable.

Yo me atrevería a preguntarles a esos jóvenes ¿realmente dependen del alcohol para poder disfrutar una reunión con los amigos? ¿de verdad el alcohol funciona bien como un integrador social?  ¿qué buscan con la ingesta de este tipo de bebidas? Médicamente reconocemos que el hígado es el órgano donde se metaboliza el alcohol y que el joven no está preparado enzimáticamente hablando, para poder metabolizar cantidades excesivas de alcohol.

 

Además, el alcohol produce un estrés oxidativo en las células, lo que disminuye la capacidad de respuesta celular y podría propiciar hasta la muerte de células como las neuronas. Es realmente triste ver los fines de semana en diferentes calles de nuestra ciudad a jóvenes en evidente estado de embriaguez. Creo que esto tiene que cambiar, empezando por la familia, concientizándonos los padres de que es necesario cuidar la salud física y mental de nuestros hijos. Quienes tenemos jóvenes a nuestro cargo para su formación, orientándolos acerca de los grandes perjuicios que se esperan tarde o temprano con el consumo inadecuado del alcohol.

 

Si ya de por sí el alcohol tiene presos a muchos de nuestros jóvenes, hay otras sustancias cuyo consumo ha aumentado notablemente en los últimos años. Me refiero a las drogas. El joven inmaduro, desorientado y pocas veces escuchado por su familia o por personas que funjan como sus asesores, busca “salidas” erróneas a sus conflictos. Nos impresionaría conocer la cantidad de jóvenes que han consumido o están consumiendo de forma continua sustancias que sólo de forma efímera les permiten evadir una realidad a la cual irremediablemente regresarán al terminar el efecto de la droga. Muy frecuentemente, incursionan en el consumo del alcohol, pero llega un momento, dicho por jóvenes con quienes he convivido en mi profesión, en que el sólo consumo de bebidas embriagantes no es suficiente por lo que buscan nuevas experiencias sin visionar que pronto tendrán que pagar un costo muy alto en el plano físico, mental, familiar y social.

 

A lo anteriormente expuesto, ya de por si es preocupante, se agrega otra experiencia en la que debutan demasiado pronto nuestros jóvenes y me refiero específicamente a las prácticas sexuales francamente prematuras. Atendiendo en mi consulta a madres preocupadas por sus hijas que incursionaron muy tempranamente en la vida sexual y ahora deben enfrentar las consecuencias tales como infecciones de transmisión sexual como virus del papiloma de alto grado que como sabemos, puede ser un factor de alto riesgo para cáncer cervicouterino.

Recibir exámenes de laboratorio confirmando una infección por HIV o sífilis en una mujer adolescente no es algo que quisiera enfrentar en la atención de mis pacientes. Sin embargo, lastimosamente lo vemos quienes practicamos la ginecología.

 

Convencer a las mujeres adolescentes y adultas jóvenes que prosigan con un embarazo no deseado producto de prácticas sexuales prematuras es difícil, pero también debo confesar que ha sido uno de los mayores logros y satisfacciones que he tenido en mi profesión. Actuar como intermediario entre la paciente y sus padres y al final del embarazo ver cómo cambia drásticamente el panorama desolador y sombrío del inicio del embarazo por un mundo lleno de esperanza y alegría con la llegada de un nuevo ser es algo que no cambio por nada y que me permite seguir en esta guerra ardua de defensa por la vida.

Los mayores responsables en estos temas son los padres y los invito a que no cejen en la lucha por guiar a sus hijos y les digo: que el camino que transitamos en la educación y formación de nuestros jóvenes no es fácil y estará lleno de espinas; que en ocasiones posiblemente seremos tentados con la idea de unirnos al “enemigo de la permisividad y el desenfreno” pero si somos firmes en nuestro ideal, al final del camino nos encontraremos con adultos maduros, responsables y capaces de tomar las mejores decisiones en su vida.

 

Si eres un joven y lees este artículo, te invito a tener paciencia, no pretendas vivir en este momento lo que aún no te corresponde vivir. Escucha y sigue los consejos de las personas mayores que sólo buscan tu bien, aunque de momento pienses lo contrario. Ninguna de las experiencias descritas anteriormente te va a engrandecer. Busca ser grande de carácter y de espíritu. No pretendas vivir de forma apresurada, disfruta lo más valioso que hoy tienes: tu juventud.

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