22 de noviembre de 2024

“Ella lo es todo y él es sólo Ken”, ¿Qué encierra esta frase?

Por Camila Trombert, co-fundadora y directora de Cruces x Rosas.

Ciudad de México, agosto de 2023.- El reciente estreno de la película Barbie ha causado revuelo en México y en todo el mundo, y ha despertado críticas positivas y negativas: ¿es una película feminista realmente, o es solamente un gancho publicitario para recuperar la popularidad de una muñeca que ha perdido fama entre las nuevas generaciones?

 

 

Discusiones sobre Barbie han existido casi desde su creación, en 1959, se desataron opiniones divididas sobre si la muñeca era una inspiración para las niñas, con su famoso slogan “sé lo que quieras ser”, o si por el contrario, los estereotipos impuestos -casi imposibles de alcanzar- generarían en las niñas frustración y sentimientos de no ser suficiente.

 

 

Dejaremos ese tema de lado por ahora, para centrarnos en otra situación dentro del mundo de Barbie, que es igualmente importante analizar para Cruces x Rosas (alerta de spoilers): La relación de Barbie y Ken.

 

 

“¿Él es sólo Ken?”

 

Una de las críticas iniciales de la película, incluso antes de su estreno, fue el slogan en la publicidad: “Barbie lo es todo, él es sólo Ken”, alegando que Ken era considerado solamente como un accesorio. 

 

 

Recordemos que desde la invención del cine, las mujeres hemos sido retratadas como un mero adorno para los protagonistas masculinos.  Greta Grewing, la directora, evidencia esto desde la sátira y lo critica haciendo el juego de “el mundo al revés”. 

 

 

¿Por qué antes nadie reparaba en esta problemática? El sistema patriarcal en el que hemos vivido ha normalizado esta situación sólo cuando las mujeres somos retratadas como complemento. 

 

 

Fue hasta 1985, casi 90 años después de la invención del cine, que surgió el llamado Test de Bechdel, el cual evalúa la brecha de género en el cine. Valora la cantidad de personajes femeninos en la historia que tienen nombre, y analiza si interactúan entre ellas sin hablar de sus compañeros masculinos. (En marzo del 2018, la BBC realizó un estudio en el cual se descubrió que de las 89 películas nominadas a los premios Oscar, menos de la mitad pasaron esta prueba.)

 

 

En la película, cuando Ken descubre que el mundo real está dominado por hombres, y decide llevar este modelo patriarcal a Barbieland, una de las primeras cosas que hace es convertir a las mujeres en meros accesorios para otros Kens. Incluso la Presidenta de Barbieland termina dejando de lado su vida profesional para “servir” (literalmente) a su pareja.

 

 

Mientras tanto, los Kens toman el mando en puestos relevantes, tanto políticos, como sociales y económicos, y la aprobación de los Kens parece convertirse en el punto de medición para determinar el valor de las Barbies. Esta situación es llevada al extremo en la película, sin embargo, no dista tanto de la realidad actual en la que vivimos. 

 

 

Ni sumisión ni venganza

 

Durante la trama, el personaje de Ken da un giro radical y pasa de ser un personaje que depende emocionalmente de la aprobación de Barbie, a ser una especie de villano que trata de destruir el matriarcado en Barbieland. Todo esto motivado por la frustración del amor no correspondido de Barbie. 

 

 

El mito del amor romántico podría enseñarnos que el Ken sumiso del inicio no tiene nada de malo e incluso puede pintar las conductas de Ken como deseable. Sin embargo, la realidad es que es necesario derribar la dependencia emocional, tanto en hombres como mujeres.

 

 

En la historia, también podemos ver una actitud cínica e incluso violenta, cuando Ken se adueña de la casa de Barbie, lo que representa una consecuencia extrema del amor romántico, lamentablemente, en el mundo real, seguimos encontrando este tipo de comportamientos violentos sólo por sentir que el amor no es “correspondido”

 

 

Muchos casos de violencia de género son generados por este factor, en la cual, la pareja “buena y sumisa” se siente agraviada por no ser correspondida. 

 

 

Por ello, es importante replantearnos este mito y saber que no es obligación de ninguna persona corresponder en un plano romántico a otra, y que dicha decisión no otorga el derecho de “vengarse” o lastimar. 

 

 

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