24 de diciembre de 2024

Los cristianos creíbles hacen lo que dicen y cuidan su vida interior

En su comentario al Evangelio antes de rezar el Ángelus, sobre las palabras de Jesús acera de los escribas y fariseos que «dicen y no hacen», el Papa Francisco invitó a todos, especialmente a los que tienen responsabilidades en la sociedad o en la Iglesia, a no tener «el corazón doble» y a no preocuparse sólo «por mostrarnos impecables fuera»

Los cristianos creíbles hacen lo que dicen y cuidan su vida interior

Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano

Para ser «cristianos coherentes y creíbles», procuremos «practicar lo que predicamos» sin tener «un doble corazón» y no nos preocupemos sólo «por mostrarnos impecables por fuera», sino cuidemos «nuestra vida interior con sinceridad de corazón».

 

Esta fue la invitación que el Papa Francisco dirigió a todos, este domingo, al comentar, antes de la oración del Ángelus, el pasaje evangélico de san Mateo (23, 1-12), propuesto para la liturgia de hoy, sobre las palabras de Jesús a los escribas y fariseos «que dicen y no hacen» y que «todas sus obras las hacen para ser admirados por la gente».

 

“Esto, lo que dice Jesús – ‘dicen y no hacen’ – y todas las obras que ellos hacen, las hacen para ser admirados por la gente, para aparentar…”

 

La distancia entre el decir y el hacer

En su comentario al Evangelio de este domingo el Papa se detuvo en dos aspectos: «la distancia entre el decir y el hacer y la primacía de lo exterior sobre lo interior». Sobre el primero subrayó que, a los líderes religiosos del pueblo de Israel, «que pretenden enseñar a los demás la Palabra de Dios y ser respetados como autoridades del Templo», Jesús les cuestiona «la duplicidad de sus vidas: predican una cosa, pero luego viven otra».

 

Como ya se lamentaba el Señor por medio del profeta Isaías: «Este pueblo se acerca a mí sólo con la boca y me honra con los labios, mientras su corazón está lejos de mí».

 

“Este es el peligro sobre el que vigilar: la duplicidad del corazón, que pone en riesgo la autenticidad de nuestro testimonio y nuestra credibilidad de personas y de cristianos”

 

No a la duplicidad, sobre todo si tienes responsabilidades

Somos frágiles, reconoció Francisco, y por eso todos experimentamos «una cierta distancia entre el decir y el hacer». Pero tener «un doble corazón», vivir con «un pie en dos zapatos» sin hacer de ello un problema, es otra cosa. Sobre todo «cuando estamos llamados – en la vida, en la sociedad o en la Iglesia – a desempeñar un papel de responsabilidad».

 

“Recordemos esto: ¡no a la duplicidad! Para un sacerdote, un trabajador pastoral, un político, un profesor o un padre, vale siempre esta regla: esto que dices, que predicas a los otros, comprométete tú a vivirlo primero. Para ser maestros con autoridad es necesario ser primero testigos creíbles”

 

La primacía del exterior sobre el interior

El segundo aspecto, «la primacía de lo exterior sobre lo interior», para el Pontífice es una consecuencia del primero. En efecto, «viviendo en la duplicidad, los escribas y fariseos están preocupados por tener que ocultar su incoherencia para salvar su reputación exterior». Porque, «si la gente supiera lo que realmente hay en sus corazones», se avergonzarían, perdiendo toda credibilidad. Así que hacen obras para parecer justos, para «salvar la cara».

 

“El maquillaje es muy común: Se maquillan la cara, se maquillan la vida, se maquillan el corazón… Y estas personas ‘maquilladas’ no saben vivir la verdad. Y muchas veces, nosotros también tenemos esta tentación de la duplicidad”

 

No nos preocupemos sólo de lucir impecables por fuera

El Papa Francisco concluyó pidiendo a todos un examen de conciencia: «¿Intentamos practicar lo que predicamos – fue su pregunta – o vivimos en la duplicidad? ¿Decimos una cosa y hacemos otra?

 

“¿Estamos preocupados sólo por mostrarnos impecables fuera, maquillados, o cuidamos de nuestra vida interior en la sinceridad del corazón?”

 

Que la Virgen María, fue su oración final, “que ha vivido con integridad y humildad del corazón según la voluntad de Dios, nos ayude a volvernos testigos creíbles del Evangelio”.

 

 

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