5 de diciembre de 2025

¿Llegamos todas?

llegamos todas

Este 8 de marzo, a lo largo del día, hubo una serie de manifestaciones en varias ciudades de la República Mexicana para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

La Ciudad de México fue una de las que concentró el mayor número de asistentes, con un conteo oficial por parte la Secretaría  de Gobierno de la Ciudad de México y la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, de más de 200 mil asistentes, reportando saldo blanco.

Donde, por más de 7 horas consecutivas, la avenida Paseo de la Reforma, Avenida Juárez, 5 de Mayo y la explanada del Zócalo se llenaron de los colores violeta y verde, que representan el movimiento feminista y la corriente a favor de la legalización del aborto. Los colores eran portados con orgullo, cada una defendiendo sus posturas, pero respetando a las demás.

En este 8 de marzo, las edades, posturas políticas, sociales, ideológicas y religiosas no importaron, porque las mujeres que participaron en la marcha conmemorativa han entendido que son un músculo social y un frente común para exigir justicia por los cientos de mujeres desaparecidas que existen en el país, porque «ni una más, ni una más, ni una asesinada más” o «vivas se las llevaron, vivas las queremos» deben ser consignas que deben eliminarse al igual que los carteles que digan «si desaparezco, quemen todo» o «no estamos todas».

Pues al paso de la marcha puedes leer, escuchar y ver cientos de casos de madres, padres, hermanas, tías, amigas que buscan a un ser querido y que no encuentran respuestas.

Porque en un país donde 11 mujeres son asesinadas al día, les da indicios de un panorama no muy alentador, pero tampoco cuenta con la certeza, porque encontrar los cuerpos es una tarea titánica, ya que México está lleno de fosas clandestinas en donde solo los cientos de madres y familiares escarban para quitarse la incertidumbre de «dónde están», que se ha convertido en una cárcel emocional.

Y es que la marcha del 8 de marzo demuestra que esta problemática, al igual que la de la violencia de género, no son temas de agenda o colores políticos, sino una crisis social aguda como si fuera una pandemia, a la cual todavía no se le encuentra una vacuna.

México no puede tener por primera vez una mujer presidenta y, por otro lado, los reclamos de personas que buscan a sus mujeres desaparecidas o cientos de tendederos con nombres de abusadores.

Por ello, a pesar de que en los discursos de la presidenta siempre menciona que “Llegamos todas”, no todas las mujeres se siente identificadas y aunque en la marcha no hubo reclamo directo a la presidenta, sí había  consignas y pancartas que cuestionaban su frase, ya que no todas se sienten escuchadas ni representadas por el primer Gobierno comandado por una mujer.

Es por esto que la presidenta debe ser enérgica y empática, y desde el gobierno federal deben entender que las mujeres y familiares de desaparecidos están cansados, enojados y decepcionados de que las autoridades no les den respuestas.

Que no llevan un par de días exigiendo justicia, sino años. Y aunque son problemas que heredó la actual mandataria, no puede hacer caso omiso de lo que cientos de mujeres gritaron este 8 de marzo.

Las mujeres están hartas de la violencia de género en todas sus expresiones, desde el acoso y hostigamiento en las calles hasta el feminicidio. Y, sobre todo, no consideran que la policía las cuida, sino sus amigas.

Y aunque se entiende que el problema viene de años atrás, la presidenta tendrá que ponerlo dentro de su lista de prioridades, para que ahora sí pueda decir: llegamos todas.

 

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