Releer la propia vida nos hace descubrir «los pequeños milagros»
Un instrumento para discernir entre el bien y el mal es mirar a la propia interioridad e interrogarse sobre los pensamientos, incluso los negativos que intoxican nuestra existencia.
Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano
El Santo Padre prosiguió este miércoles sus reflexiones sobre el tema del discernimiento y hoy en su catequesis se detuvo en «otro ingrediente indispensable»: la propia historia de vida. Y enseguida explicó el motivo:
El ejemplo de San Agustín
El Papa citó a San Agustín, «gran buscador de la verdad», afirmando que había tenido esta experiencia interior y había leído la presencia del Señor en su vida, hasta el punto de escribir, al final, en las Confesiones:
Mientras que en el libro La vera religione (La verdadera religión), el santo de Hipona invitaba: «Vuelve a ti mismo. En el hombre interior habita la verdad». Y Francisco subrayó: «Lee tu vida. Lee en tu interior, cómo ha sido tu camino. Con serenidad. Vuelve a entrar ti mismo».
Muchas veces nosotros también hemos tenido la experiencia de Agustín, de encontrarnos presos de pensamientos que nos alejan de nosotros mismos, mensajes estereotipados que nos hacen daño: por ejemplo: «no valgo nada», y te hundes; «todo me sale mal», y te hundes; «nunca conseguiré nada bueno», y te hundes, y así es la vida. Esas frases pesimistas que te deprimen. Leer la propia historia significa también reconocer la presencia de estos elementos «tóxicos», pero luego ampliar la trama de nuestra historia, aprender a notar otras cosas, hacerla más rica, más respetuosa de la complejidad, logrando también captar las formas discretas en que Dios actúa en nuestra vida.
Descubrir en la propia vida las perlas preciosas diseminadas por Dios
El Papa explicó además que el ejercicio del discernimiento propone preguntas que nos llevan a reflexionar profundamente sobre nuestras acciones, sin detenernos en cada una de ellas, sino leyéndolas en un contexto más amplio. Nos hace preguntar, por ejemplo, ¿de dónde viene un pensamiento y a dónde nos lleva? “Observar los acontecimientos de la vida nos permite – dijo – fijarnos en detalles preciosos”.
Por ejemplo, una lectura, un servicio, una reunión, a primera vista consideradas cosas de poca importancia, en el tiempo que sigue transmiten una paz interior, transmiten la alegría de vivir y sugieren otras buenas iniciativas. Detenerse y reconocerlo es indispensable. Detenerse es reconocer: es importante para el discernimiento, es un trabajo de recolección de esas perlas preciosas y ocultas que el Señor ha diseminado en nuestro terreno. El bien está oculto (…), silencioso, requiere una excavación lenta y continua. Porque el estilo de Dios es discreto: a Dios le gusta ir escondido, con discreción, ¿mejor, no? No se impone; es como el aire que respiramos, no lo vemos pero nos hace vivir, y sólo nos damos cuenta sólo cuando sentimos su falta.
La búsqueda de San Ignacio de Loyola
Releer la propia vida «educa la mirada” – agregó Francisco – nos hace ver los «pequeños milagros» que Dios realiza por nosotros y nos muestra nuevos caminos porque – añadió – «sabiamente se ha dicho que el hombre que no conoce su propio pasado está condenado a repetirlo». De ahí que el Papa haya invitado a todos a contar su vida a otra persona, «se trata – dijo – de una de las formas más bellas e íntimas de comunicación». Por último, ofreció una sugerencia:
El examen de conciencia para comprender lo que nos ocurre
El fundador de los jesuitas escribió que había descubierto que «algunos pensamientos lo dejaban triste, otros alegre» y que poco a poco había empezado a «conocer la diversidad de los espíritus que se agitaban en su interior». Así que nosotros también podemos aprender a hacerlo.
El Santo Padre concluyó añadiendo con sus propias palabras:
Saludos del Papa en nuestro idioma
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. El próximo domingo celebramos la Jornada Mundial de las Misiones. Recemos especialmente por los misioneros y las misioneras que, enviados a distintas partes del mundo, escriben con sus propias vidas una historia de amor al servicio del Evangelio. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.