Tiempo y destiempo | Lo importante es que tenemos salud…
La vida y la salud de un pueblo entero es lo que se esta jugando a cambio del ego y la prepotencia de decisiones sin sustento crítico
En casa uno sabia que las cosas iban realmente mal cuando alguien pronunciaba la frase “lo importante es que tenemos salud” y es que la salud es uno de los bienes sin los cuales no existe esperanza de un futuro mejor.
Esto no es un secreto para ningún gobierno, ni siquiera la 4T, con todo y que parece desconocer muchos de los más elementales indicadores de desarrollo humano. Por ello extraña que a pesar de que diferentes gobiernos fueron capaces de modificar párrafos completos de la Constitución, nunca se atrevieron a tocar aquellos relacionados con la salud pública.
Sin embargo, la todo poderosa maquinaria de restauración social, MORENA, quiso pasar a la historia trastocando y prometiendo de un plumazo un modelo de salud que superara a aquellos que operan en primer mundo, mediante el nuevo Instituto de Salud para el Bienestar.
Anteriormente, en gobiernos neoliberales, el Seguro Popular, había logrado la consolidación de un catalogo que incluía las principales afecciones que padecemos los mexicanos. Paulatinamente, este catálogo se fue enriqueciendo bajo la tutela de grandes y reconocidos médicos e incluso era tomado como base de estudio por diversas farmacéuticas e institutos de salud para crear un mapa de la salud de los mexicanos.
No obstante, la necesidad de pasar a la historia al precio que sea ha desmantelado un esfuerzo que no exagero en calcular en 18 o 20 años, o en términos políticos, en al menos 3 sexenios.
Durante este tiempo, académicos e implementadores de políticas publicas dedicaron tiempo y esfuerzo a crear un sistema en el que cada día más mexicanos contaran con los estándares básicos de salud.
Fueron tiempos en que se consolidaron los grandes institutos públicos e incluso México fue catalogado como punta de lanza en el combate a pandemias mundiales como la diabetes y el VIH.
Hoy, con los nuevos lineamientos -si así se les puede llamar a este conjunto de parches y ocurrencias del Gobierno de la República- millones de mexicanos se preguntan cuánto tendrán que desembolsar ante una crisis de salud, lo cual no es poca cosa ya que, según estudios de la OCDE, lo gastos por enfermedades crónico degenerativas o de alto impacto, conocidas como riesgos catastróficos, son uno de los principales frenos al desarrollo económico y social de cualquier familia.
El problema es que ante la desaparición por decreto del antiguo Seguro Popular, hoy no solo siguen existiendo grandes fallas en el sistema púbico de salud, sino que la falta de reglas de operación y de una política clara y coherente de compra de medicamentos tiene al borde del colapso a todo el aparato sanitario en el país y la falta de medicamentos, aún de los más elementales, es ya notoria a lo largo del territorio nacional.
Sólo basta con darse una vuelta por los hospitales públicos de la Ciudad de México, o simplemente contraponer las declaraciones del Presidente de la República contra los Subsecretarios de Salud para saber que cada uno tiene un objetivo distinto, que están improvisando los mecanismos de operación y que en fecha no muy lejana, ni siquiera la salud tendremos garantizada quienes por una u otra causa carecemos de un sistema de salud formal.
Intentaré explicarlo un poco más para el lector neófito: para que una política pública tenga éxito se requieren de 3 cosas:
DISEÑO, es decir, tener un fin concreto, medible y alcanzable; IMPLEMENTACIÓN o lo que se entiende por un conjunto de leyes, reglas y sistemas que permitirán la correcta operación de la política y EVALUACIÓN, o lo que es un sistema o un objetivo que nos permita medir o cuantificar el éxito o las ventas de oportunidad de la política. Para lo que en el caso del Instituto de Salud para el Bienestar no existen ninguna de las tres condiciones.
Lo peor de todo es que ante la crisis, la ayuda debería venir desde el legislativo; sin embargo, en este poder cooptado también por MORENA la solución no es una base de política publica, sino a la usanza de este gobierno: un parche más en forma de iniciativa de ley que por un lado agranda el gasto para las clínicas de primer nivel (medicina básica) en las regiones mas alejadas del país y por otra abre la llave del presupuesto a universidades para médicos cuya efectividad veremos pasado el 2026 y de los cuales no tenemos ninguna garantía de su calidad, pero que seguramente exigirán plazas automáticas una vez concluidos sus estudios.
Personalmente me preocupaban las decisiones de la 4T, las cuales nuca parecen responder a mecanismos lógicos de diseño, implementación y objetivos, sino a la necesidad de obtener mayor popularidad; sin embargo, como nunca antes esta irresponsabilidad ha llegado al nivel y con la seriedad que este tema implica, ya que es la vida y la salud de un pueblo entero el que se esta jugando a cambio del ego y la prepotencia de decisiones sin sustento critico y sin visión de futuro,
A este ritmo, ni siquiera salud es lo que nos quedará para salir del paso.