21 de noviembre de 2024

OPINIÓN | El valiente vive mientras el cobarde quiere…

Aún tenemos una oportunidad de corregir el error que cometimos al permitir que una vez más en México reinara un tlatoani absoluto.

Tiempo y destiempo


Una de las grandes aportaciones del juego democrático es la existencia de pesos y contra pesos al poder absoluto. Esta garantía nos daba la certeza de nunca más enfrentar a reyezuelos que ejercieran sus berrinches al límite de la voluntad social.

Como en todo juego, casi tan pronto como surgieron las reglas, se desarrollaron formas de romperlas, pero el sistema democrático es tan eficiente que, de una u otra forma, para cumplir sus propósitos el monarca debe acudir a la arena política a negociar sus posiciones, a esto se le conoce como sistema de pesos y contra pesos.

Desafortunadamente este proceso de negociación implica una serie de jaloneos políticos y presiones de los cuales la mayoría de la gente se empezó a hartar y que fueron hábilmente capitalizados por MORENA bajo una promesa de gobernabilidad absoluta mediante mayorías electas democráticamente.

Es así como el juego tomo una nueva variante, el de las mayorías absolutas, lo cual, si bien es cierto redujo mucho el golpeteo político que tanto hartaba a la ciudadanía, también terminó por dar un severo golpe a la democracia como juego plural.

Hoy volvimos a la era de berrinches monárquicos que creíamos superada desde hace más de 20 años.

De un plumazo se canceló la obra de infraestructura más importante del país, de igual forma se decretó el fin de era neoliberal, y nos convertimos en un país en el que la seguridad pública se resuelve a abrazos y no a balazos.

Los resultados están a la vista, el crecimiento económico de los últimos 9 meses es igual a cero, los programas sociales como jóvenes construyendo el futuro no están funcionando, y la inseguridad se está convirtiendo en una constante de la que ya no se salvan estado alguno, ni mujeres ni niños.

Durante las últimas décadas de gobiernos democráticos, el poder legislativo era el contrapeso natural del Presidente, en las cámaras se le increpaba y los diversos secretarios debían negociar con la oposición presupuestos, programas e incluso rendir cuentas ante legisladores sedientos de sangre.

Hoy, por el contrario, al igual que en una escena de la película de El Rey León, las hienas marchan a un solo ritmo mientras saludan lealmente al rey impuesto, las comparecencias están pactadas y los programas y recursos fluyen a uno solo ritmo.

Hoy, los partidos de oposición se encuentran en la lona electoral sin hallar una estrategia que les permita volver a ser competitivos, y los pocos rebeldes dentro del partido oficial, han sido saciados con moches provenientes los ramos 28 y 33, los cuales podrán ejercer discrecionalmente y casi sin reglas de operación a su gusto, como lo hemos visto en el último presupuesto de egresos de la federación.

Así las cosas aun teníamos esperanza en otros contrapesos naturales al poder absoluto.

El primero es la delicada relación de México con sus pares internacionales, pero aberrantemente este gobierno ha optado por aislarnos de toda relación internacional que no sea la de proteger a sus amigos en desgracia, el caso más importante, el de Estados Unidos de Norteamérica, la negociación ha llegado a tal grado de crear una Guardia Nacional la cual destina a 42 mil efectivos a la única tarea de impedir que los migrante centroamericanos arriben al país vecino del norte y a cambio se obtiene la anuencia del tío Sam para hacer y ejercer a gusto y capricho.

El segundo contrapeso era la iniciativa privada, la cual mediante sus inversiones podía ejercer presiones de tipo económico al poder absoluto, sin embargo, mediante una política económica restrictiva y cíclica, el gobierno ha frenado toda posibilidad de inversión extranjera directa o de expansión de capitales nacionales dejando sin herramientas ni campo de batalla a estos actores sociales.

Finalmente, el único contra peso que queda y el más peligroso, son las fuerzas castrenses del país, las cuales, si bien han recibido presupuestos multimillonarios y la asignación de responsabilidades fuera de las que les faculta la Constitución como construir aeropuertos o adquirir pipas para el abasto de gasolinas al país, mantienen entre sus altos mandos una fuerte inconformidad debido a la forma irrespetuosa, arrogante e irresponsable con el que se ha tratado a una de las instituciones más respetadas del país.

Es por ello que el voto popular para las elecciones intermedias de 2020 pueda ser la ultima oportunidad que tengamos de frenar de una vez por todas el error que cometimos como sociedad al permitir que una vez más en México reinara un tlatoani absoluto.

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