21 de noviembre de 2024

CRÓNICA | Juntas somos más

A paso lento pero seguro fuimos conquistando las calles de una metrópoli que nos ha tragado y que ha sido indiferente e indolente ante nuestras caídas.

Juntas somos más marcha en la cdmx

Juntas somos más, marcha en la CDMX- Foto: Vania Cueto

A mi alrededor, cientos de mujeres entonaban “y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía…”, y a mi cabeza venían imágenes que preferiría no recordar.

Aquella que diga que nunca ha sido violentada es porque lo ha guardado en lo más profundo de su ser y no quiere traerlo al presente.

Tenía cuatro años la primera vez que un desconocido me tocó; cuando pude zafarme, le conté a mi madre, y en ese momento se convirtió en una fiera que insultó al tipo hasta que la esposa del sujeto nos corrió del lugar. Tuve la enorme ventaja, que muchas no han conocido, de que mi mamá siempre creyó en mí y actuó en consecuencia.

Juntas somos más marcha en la cdmx
Foto: Alicia Guzmán

Un nudo en la garganta fue creciendo mientras las voces a mi alrededor gritaban con más fuerza: “no somos una, no somos 100; pinche gobierno, cuéntanos bien”. Por primera vez en mi vida me uní a una marcha, y por primera vez no fui como periodista, y reconozco que no tenía ni la menor idea de cómo actuar.

Alguien, unos días antes, me preguntó por qué me había unido a varios grupos con los que caminé ayer, y mi respuesta fue inmediata: “porque estoy harta de tener miedo”. Y ayer no tuve miedo…

Aplastada por los cuatro costados (porque no fuimos 80 mil, como afirma el comunicado del Gobierno de la CDMX), me sentí SEGURA POR PRIMERA VEZ en muchos años.

Nadie reportó un robo, nadie se quejó de una manoseada, de un chiflido sucio o de un piropo inapropiado. Éramos un solo cuerpo, con pies y manos que se extendían por las avenidas más emblemáticas de la ciudad; éramos una sola voz con la misma consigna; fuimos mujeres libres y poderosas.

Juntas somos más marcha en la cdmx
Foto: Vania Cueto

Pasaron casi tres horas para que el contingente al que me uní pudiera salir de la explanada del Monumento a la Revolución; a partir de las 13:30, cada 20 o 15 minutos, un helicóptero sobrevolaba nuestras cabezas y las manos se levantaban para hacerle saber que, a cada instante, la plaza estaba más llena.

Por fin pudimos avanzar, cerca de las dos y media de la tarde, y a paso lento pero seguro fuimos conquistando las calles de una metrópoli que nos ha tragado y que ha sido indiferente e indolente ante nuestras caídas.

Al llegar al cruce de Reforma y Juárez, nos topamos con otros grupos que ya habían coloreado la fuente que se encuentra dividiendo la entrada al Centro Histórico. Desafortunadamente, y como ha sucedido en todas las marchas encabezadas por mujeres, infiltrados rompieron con el orden y el ritmo que llevaba la marcha, y vandalizaron comercios, paredes y monumentos.

Al pasar el edificio que ocupa el hotel Hilton, un grupo atacó a las policías apostadas en la banqueta, lo que provocó que quienes caminábamos por ahí en ese momento, saliéramos corriendo, llevándonos a nuestro paso a otras mujeres y niños. Cuando nos sentimos seguras, un grito salió de nuestro pecho: “sin violencia, sin violencia”. Pero ya no pudimos continuar tranquilas.

Juntas somos más marcha en la cdmx
Foto: Alicia Guzmán

Metros más adelante, otro ataque nos obligó a cruzar la Alameda y llegar hasta Avenida Hidalgo, donde los parabuses ya estaban rotos y pintados. Muchas decidieron abandonar la marcha, y otro grupo trató de llegar al Zócalo, donde las cosas ya se habían desbordado.

Al final, de las cientos que iniciamos, solo unas diez siguieron adelante; las demás, decidimos regresar. La calle de Tacuba vio adentrarse a las que lograron cambiar de ruta y evitar la zona de conflicto.

En tanto, y sobre Avenida Juárez, a la altura de la llamada “Antimonumenta”, miles de mujeres trataban de seguir su camino, pero en el terreno se desarrollaba una batalla campal.

Extinguidores, bombas de humo, piedras y lo que estuviera al alcance de la mano… hombres encapuchados y vestidos de negro, con latas de pintura en la mano, se colaban entre las mujeres que quedaron atrapadas entre Eje Central y la calle de López.

Las instalaciones del Banco de México y de otros edificios sucumbieron ante la pintura y las piedras; pero eso no sucedió con la voluntad de las miles que estaban congregadas. Al final, el gobierno capitalino tuvo que reconocer ante algunos periodistas (hombres en su mayoría), que “solo encausaron el paso de la marcha por 5 de mayo”.

Juntas somos más marcha en la cdmx
Foto: Alicia Guzmán

Quienes hemos acudido a una marcha que tiene como destino final el Zócalo, sabemos que Madero, desde que se convirtió en calle peatonal, ya no es la entrada para los manifestantes. Explicación absurda y sin sentido.

De regreso, el silencio se adueñó de Reforma, pero el Caballito de Sebastián presentaba las huellas de quienes no están dispuestas a seguir callando. Caminamos en pequeños grupos, a ratos sin hablar, a ratos mirándonos entre nosotras.

Una complicidad que no había compartido con nadie… una chispa de esperanza por lo que podría suceder hoy con el paro, una determinación por seguir esta lucha y que nos escuchen.

Esto no termina a las 11:59 del 9 de marzo; esto empieza… apenas empieza, nos queda un largo camino para que todas las que no pudieron marchar ayer, encuentren paz. Para que nuestro dolor, nuestro miedo, nos abandone y se transforme en leyes y políticas públicas que nos protejan.

El castigo para el violador, para el que abusa es necesario… indispensable, pero no basta. No basta con encarcelar o aumentar los castigos. Esperamos acciones, esperamos calles seguras y alumbradas, esperamos que nuestras hermanas, madres, hijas, amigas, regresen a casa.

Juntas marchamos
Juntas paramos
Juntas somos más
Juntas somos paz

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