OPINIÓN | Doble sismo en “nueva normalidad”
Ayer el país se vio impactado por un doble sismo: el primero de magnitud 7.5 y con epicentro en Huatulco, Oaxaca; el segundo de 6 mil 288 contagios por Covid-19 y con “epicentro” en Palacio Nacional.
En medio de la “nueva normalidad” y con escasas 8 horas de diferencia, el día de ayer el país se vio impactado por un doble sismo: el primero de magnitud 7.5 y con epicentro en Huatulco, Oaxaca; el segundo de 6 mil 288 contagios por Covid-19 y con “epicentro” en Palacio Nacional.
El movimiento telúrico fue anunciado por la alerta sísmica a las 10:29 horas con 62 segundos de anticipación, suficientes para que la mayoría de las personas salieran de sus casas y se pusieran a salvo en espacios previamente delimitados. En esta ocasión las oficinas pasaron a un segundo plano en virtud de que la mayoría se encuentran vacías por la crisis sanitaria.
Pese a que la magnitud del sismo de ayer fue mayor a la del 19 de septiembre de 2017, los daños fueron menores, por lo que su nivel de letalidad es de las más bajas de los últimos años. Lo lamentable de este suceso es que en el estado de Oaxaca se reportó la muerte de 6 personas y 20 lesionados.
Por lo que respecta al “sismo” generado por la cifra de contagios diarios por Covid-19, éste fue advertido con 117 días de anticipación; sin embargo, como pocos lo tomaron en serio, empezando por la autoridad federal y algunos gobiernos estatales, hoy la mayor parte de la población no está a salvo, ni los que ya fueron contagiados ya que, si no desarrollaron anticuerpos suficientes para garantizar su inmunidad, pueden volver a contraer la enfermedad.
Entre los gobiernos locales que no le dieron importancia a la pandemia desde un principio y que incluso hicieron comentarios peyorativos y sarcásticos destaca el de Puebla, que en una semana acumuló dos frases emblemáticas. La primera en el sentido de que los “pobres somos inmunes” y la segunda que para evitar el contagio habría que comerse un “mole de guajolote”.
Gracias a este tipo de comentarios, hoy la infraestructura hospitalaria de la entidad poblana se encuentra en riesgo de colapso, sobre todo si la cantidad de contagios diarios se mantiene en el mismo nivel de ayer con 364 confirmados y un porcentaje de positividad del 70 por ciento.
Cabe subrayar que la positividad a nivel nacional es del 43 por ciento, es decir, que por cada 10 personas a las que se les hace la prueba al momento de ingresar al sistema hospitalario, 4 resultan positivos.
Desde la perspectiva con que se quiera ver, está claro que la crisis por coronavirus no está resuelta como tampoco lo estuvo el 30 de mayo cuando se decretó la conclusión de la “Jornada Nacional de Sana Distancia”, ya que los más altos picos se han registrado después de esa fecha, prueba de ello es que nuestro país ya se ubica en el primer lugar en tasa de letalidad a nivel hemisférico con 12.2% y tercero a nivel mundial, solo superado por Italia con 14.5 por ciento y el Reino Unido con 14 por ciento (Universidad Jhons Hopkins).
Lo anterior quiere decir que estábamos mejor cuando las autoridades federales decretaron el inicio de la medida de distanciamiento social y nos “mandaron a encerrar” en nuestras casas con el tan controvertido “quédate en casa”, que gradualmente se fue quedando sin fuerza.
Hoy que estamos peor, el gobierno federal concluye dicha jornada y el confinamiento queda bajo la responsabilidad los gobiernos locales y la sociedad en general, como si se tratara de un barco a la deriva, sin capitán y en plena tormenta.
Nunca como antes las directrices habían sido tan contradictoras por parte de las autoridades de los tres niveles de gobierno y tampoco habían tenido resultados tan adversos. Basta observar el histograma de frecuencias y la curva de contagios que en vez de “aplanarse” avanza constantemente hacia arriba.
En síntesis, el conocimiento acumulado de 1985 a la fecha en materia de sismos ha permitido desarrollar mecanismos de advertencia temprana como la alerta sísmica, que pese a sus imperfecciones hoy salva muchas vidas. En materia de pandemias la experiencia es menor en cuestión de tiempo y el número de víctimas es mucho mayor, ya que la más reciente data de 2009 y no fue atendida por un gobierno de izquierda, pero en estos casos la atención a la crisis no debe reparar en el color partidista, sino tener como objetivo salvar más vidas.
Así es que mientras la curva no se aplane y los picos sean cada vez más altos es mejor que nos quedemos en casa, cuidemos la sana distancia, nos solidaricemos con familiares y vecinos que han perdido su fuente de ingresos y exijamos a las autoridades que asuman su responsabilidad histórica; culpar al pasado es cada vez menos redituable y es sinónimo de incapacidad.
Facundo Rosas realizó sus estudios de Ingeniería en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), donde fue condecorado con la “Medalla al Mérito Universitario”; cuenta con Maestrías en Administración y en Seguridad Pública y Derechos Humanos.
Entre marzo de 2010 y febrero de 2012 atendió directamente la problemática de violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua en el marco de la Estrategia “Todos Somos Juárez”.