Historias de histeria en la posmodernidad | La Revolución mundial
Desde las fuerzas básicas del comunismo, surgía alguien que podría ser el próximo líder del proletariado, encargado del fin del capitalismo, el inicio de la igualdad… hasta que un viaje se interpuso en el camino
En definitiva, de lo que se trata un análisis es de que el sujeto pueda inaugurar una pregunta en torno a las contradicciones que lo habitan, por ende la finalidad del análisis no tiene que ver con arribar a respuestas acabadas, sino mas bien agujerear la convicción, las certezas, abrir al sujeto a las contingencias.
Sigmund Freud
La Revolución mundial
1.
-Faltan veinte para las doce, vamos rápido con el Coreano antes de que cierre el mamón.
-¿Me traigo el cartón?
-Pues sí, ¿no? Luego vamos a andar valiendo verga.
El Tavo fue por el cartón de caguamas, no por un acto de amabilidad, fue porque nunca ponía ni un cinco partido por la mitad; sin embargo, tomaba como si él hubiera comprado el alcohol del presente, del pasado y del futuro. En una empinada a la caguama, sin pedos consumía la mitad de la misma.
Era agosto en Mexicali, así que estábamos por lo menos a 38 grados Celsius a la media noche, un pretexto de todos los que habitamos la ciudad cachanilla, es que por eso somos bien pedotes. Una salida con los compas (allá no son cuates) a cotorrear un rato, estamos hablando de tres o cuatro caguamas, esto no es peda, es lo cotidiano.
Ya cuando hay dos o tres cartones en la escena, sí es una peda en forma, este era el caso.
Mientras el Tavo fue por las caguamas, El Galo y yo nos quedamos platicando del pedo de La Rumorosa. Unos cabrones tomaron la caseta porque desde hacía como un mes cobraban 30 pesos de peaje, versus los ocho pesos que cobraban antes, pero la habían remodelado por completo, hicieron dos carriles de subida y dos de bajada, haciéndola 95por ciento menos peligrosa, al menos eso reportaban los números en lo que respecta a accidentes.
El Galo argumentaba en el sentido de que las obras públicas no son gratis y de que hay que asumir costos para tener cosas mejores; yo, que era un indisciplinado pero muy engreído militante de la cuarta internacional comunista, la de Trotsky, argumentaba que todo era un plan de ajustes estructurales orquestados desde el Banco Mundial para hacer que los pobres fueran cada vez mas pobres y los ricos cada vez mas ricos.
Los argumentos de El Galo se basaban en que tenía una idea más menos precisa de cuánto costaban las cosas: el concreto hidráulico, la renta de maquinaria, la mano de obra, etcétera. Mis argumentos se basaban en un pasquín llamado La Verdad, que leía cada semana en mi reunión semanal de célula, yo participaba cada sábado en la Revolución Mundial.
En esas andábamos, uno diciendo que las cosas no son gratis y el otro diciendo que la burguesía hacía carreteras para oprimir al proletariado, que entre paréntesis, carecía de conciencia de clase, cuando llegó El Tavo con las caguamas, y hay que reconocer, era un excelente mandadero, estaban heladas, muertas, escarchadas.
-¿Qué pedo, ya está el Borro con sus mamadas del Ché Guevara?
-Ya te la sabes
Se abrió la hielera y se depositaron dentro las doce caguamas de Tecate roja; no sé si esta costumbre se haya modificado, tengo algunos años viviendo la Ciudad de México, pero cuando se bebían caguamas con los compas, cada uno destapaba su propia caguama y se la bebía, no se compartía, era personal.
Había un claro derecho de indignación si algún pedigüeño osaba pedirle a quien fuera un trago de su Tecate. Así que volviendo a lo nuestro y con “el parque” renovado continuamos con la plática.
Les hice ver que debido a que eran un par de ignorantes, palurdos, iletrados, que como no sabían de economía política, eran incapaces de ver el terrible daño que el gobierno, títere del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, iba a causar al tránsito de personas de escasos recursos entre las ciudades de Tijuana y Mexicali.
Como era costumbre me soltaron un “naaaa mames” y cambiaron de tema abruptamente. De la economía política brincamos de súbito a que el ruco de la esquina tenía cisticercosis.
2.
A las 10 en punto de la mañana en la colonia Residencias se llevaba a cabo la reunión semanal de la célula mexicalense de la Cuarta Internacional Comunista. Yo di con ese grupo porque en una clase de sociología expuse sobre algún tema y un par de “camaradas” (palabra que en el norte se usa para hablar de un amigo, pero en la izquierda designa a un correligionario) me hicieron saber que básicamente yo era el siguiente líder del proletariado, que necesitaba formación política, y ¡PUM!, la revolución mundial, el fin del capitalismo, el inicio de la igualdad y de la felicidad, yo estaba destinado para poner sobre la mesa al hombre nuevo de Sartré.
«¡A huevo! ¡Seguro este par de desconocidos con facha de mariguanos tienen razón!», pensé.
Normalmente en la casa ya había tres personas que formaban el comité central, ellos hablaban de cosas que los que no éramos del comité central no podíamos saber. Cuando llegábamos los otros tres, (cosa que siempre me causaba conflicto, el hecho de pensar que seis personas teníamos sobre nuestras cabezas la responsabilidad de volver rojo al mundo), se leía la orden del día:
- Análisis de la situación mundial
- Campañas en las que estábamos participando
- Cuotas
- Asuntos generales
Esta vez en los asuntos generales había una discusión ríspida. Se aproximaba en el D.F. la reunión nacional de la Sección Mexicana de la Cuarta Internacional. El asunto era éste: ¿quiénes serían los delegados a dicha reunión?
Tenían que ser dos: un miembro del comité central y otro de la sección juvenil de la organización. Como la naturaleza de la organización era romper con el orden establecido, éramos totalmente subversivos, todos teníamos nombres alternativos (políticos), para dificultarle al CISEN la tarea de identificarnos.
El delegado del comité central (no puedo seguir narrando esto sin decir lo ridículo que me parece que usaran el lenguaje de la URSS de 1917) estaba definido por votación, sería el camarada Ezequiel, el problema era el delegado juvenil.
Por un lado estaba el camarada Ricardo, un militante disciplinado, de bajo perfil, cumplido con sus cuotas, diligente, con una amplia trayectoria en la organización, tenía la habilidad de hacer las mejores pancartas para las manifestaciones y alguna que otra cualidad más.
Por el otro lado estaba yo, el camarada León (hasta para elegir nombre político fui un reverendo mamarracho, por poco elijo Trotsky), indisciplinado, impuntual en mis cuotas, no asistía a todas las reuniones, tampoco a las manifestaciones, llegaba tomado a eventos importantes, de pronto llegaba a la organización (clandestina) con compas a media peda, a decir pendejada y media, pero, pero, pero, muchísimo mas carismático que el camarada Ricardo.
El día que decidía concentrarme en alguna actividad de la organización, armaba un mitin de 200 personas, que para Mexicali era un número inusitado. El comité central votó. El delegado sería el camarada León.
-¡No tan rápido, espeté!, ¡Ni de pedo me voy a subir a un camión hasta el D.F.! ¡No es negociable!
-Pero somos una organización proletaria, no burguesa, los aviones son para los burgueses.
-Que vaya el camarada Ricardo
-Podemos hacer una excepción y mandarte en avión
-Ok
-El camarada Ezequiel se se va ir en camión, se pueden hacer compañía.
-Dije no.
*Los nombres y algunas circunstancias fueron modificados para proteger la privacidad y la identidad de los involucrados.
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Gabriel Zamora Paz (@DrGabbo) es Psicólogo por la UABC, Maestro en epistemología y doctor en Psicoanálisis Lacaniano.
Cuenta con 20 años dedicado a la actividad clínica como psicoterapeuta primero, cómo psicoanalista desde hace 6 años y trabajó 6 años como académico en la UPN.