OPINIÓN | La necesaria lectura de los autores clásicos y los retos a superar para lograrlo
Es necesario hacer el empeño de leer los clásicos por lo menos una vez en la vida… esto nos ahorrará predicar cosas que en ningún momento sus creadores nos exhortaron a promover o sostener
Por: Omar Jesús Gómez Graterol
Existe un principio en la física que indica que cuando la energía se transfiere parte de ella se degrada o se transforma en energía menos útil, de manera que no es aprovechable para el receptor final en su totalidad, pues ya no dispone de todo el potencial y beneficio con el cual contaba en sus inicios.
Si observamos en la naturaleza, específicamente la cadena alimenticia, podemos apreciar que las plantas, al nutrirse directamente del suelo, se benefician de la totalidad energética que les aporta este medio, una porción de la misma es transportada con cierta disminución de sus ventajas a los herbívoros y cuando los carnívoros consumen a éstos últimos ya han perdido mucho de los recursos vigorizantes que contenían.
Por lo expuesto, se le aconseja al ser humano diversificar su dieta pues la carne sola no es capaz de aportarle ciertos nutrientes para conservar su salud de forma que debe buscar los faltantes en los inicios del ciclo de alimentación (vegetales, frutas y tubérculos, etcétera).
Algo similar sucede con los conocimientos de los textos clásicos que se han escrito a través de la historia de la humanidad (los cuales, por cierto, son vastos y de temáticas muy diversas). Estos se caracterizan porque han tenido una importancia e influencia que han trascendido su época además del espacio geográfico donde se concibieron.
Pero suele suceder que, al experimentar múltiples mediaciones, no son bien comprendidos por las generaciones posteriores a su creación. Por ello, pueden distorsionarse sus mensajes y hacerse interpretaciones erróneas de sus ideas originales perdiendo así todo su valor y riqueza.
Dicha situación se complejiza más cuando no consultamos las propias fuentes y nos conformamos con aceptar lo que se dice sobre las grandes obras. En tal sentido, entre los múltiples desafios existentes, se presentan cuatro grandes retos a superar.
Un primer escollo a vencer es el idiomático, en efecto, es muy difícil realizar traducciones que sean cien por ciento fieles a lo que el autor de una obra quiso expresar al momento de componer la misma.
Esto es así porque:
a) Hay palabras que se aproximan en su significación en los diferentes idiomas pero que no logran remplazarse exactamente.
b) Los vocablos no tienen el mismo significado en todos los países aunque compartan el mismo idioma.
c) Las lenguas también cambian sus contenidos y reglas gramáticales a través del tiempo.
Por esta razón y si el traductor no es minucioso en su trabajo, corre el peligro de ofrecer a sus futuros lectores traducciones que paulatinamente se irán separando de lo que en un principio se quiso decir al lector en el contenido del texto original.
Al consultar un clásico, lo mejor es buscar intérpretes de reconocida reputación o respaldados por instituciones de prestigio.
Un segundo obstáculo está vinculado al contexto cultural donde se produce una obra. Cuando tomamos un texto en nuestros manos solemos creer que lo que entiende el autor por ciertos conceptos es lo mismo que nosotros entendemos por ellos y, ciertamente, no es así todo el tiempo.
Por ejemplo, una fiesta es un evento de alegría y celebración en la mayor parte de las culturas. Sin embargo, cuando en México se organiza este tipo de actividad es un acto donde el organizador debe asegurarse de proporcionar alimentos y agasajos a los invitados de manera que todos los asistentes queden satisfechos con la acción realizada.
Es motivo de vergüenza, para el anfitrión, que alguien que haya asistido a una jornada de este tipo quede sin haber consumido algún tipo de comida o bebida al final de la misma.
No obstante, en países como Noruega, cuando se organiza una festividad los invitados deben asistir aportando algún tipo de comestible o cooperación para apoyar a los anfitriones durante la jornada.
De lo contrario, se les permitirá permanecer en el sitio pero sin la oportunidad de consumir nada de lo que allí se sirva. Por ello, no podemos dar por sentado que culturalmente tenemos conceptos universales que nos permitirán comprender fácilmente a que se refiere el otro cuando escribe.
De manera que es conveniente revisar los términos que emplea, más allá de su significación lingüística, sobre todo cuando quien escribe recurrentemente hace empleo de ellos.
La historia también tiene su peso en tercer lugar. Si sacamos una obra de los acontecimientos de su época lo más probable es que terminemos naufragando con la interpretación de lo que hagamos del mensaje a comunicarse. Recuerdo a una profesora de antropología que siempre comentaba el ejemplo de Karl Marx cuando decía que: … “la religión era el opio del pueblo”.
En la actualidad, como lectores del siglo XXI, es fácil pensar que se estaba refiriendo a una droga narcótica que hace daño y que además embota los sentidos de los consumidores para no darse cuenta de lo que sucede a su alrededor. No obstante, cuando el autor acuño la celebre frase, la planta era considerada medicinal así que… saque el lector sus propias conclusiones.
Las interpretaciones que hacemos según nuestra óptica pueden resultar diametralmente opuestas a los que concibieron sus creadores al formularlas.
Una cuarta traba radica en leer sobre lo que se escribe de los tratados de los autores originales. Bajo ciertas circunstancias es aceptable recurrir a esta práctica cuando nuestro conocimiento en la materia es nulo o muy limitado y los temas a tratarse resultan muy complejos para los que no están familiarizados con ellos.
Sin embargo, si solo nos conformamos con la opinión de otros, nos exponemos a que sus conclusiones estén condicionadas por sus intereses, interpretaciones subjetivas, antipatías, simpatías, miedos e incluso traumas. Por ello, al lograrse cierto entendimiento de los asuntos estudiados, es necesario empaparse del conocimiento fundacional para asegurarnos de sacar el máximo provecho posible a nuestras lecturas.
En diversos escenarios internacionales han vuelto a emerger discusiones sociales, económicas, filosóficas y políticas que se creían superadas o, en su defecto, ya agotadas; citándose autores del pasado. En ellas, cualquiera puede percatarse que quienes participan lo hacen con tal pasión que no dejan duda en ningún momento de la convicción que tienen sobre las nociones que están defendiendo.
Sin embargo, no es raro encontrarse que en un debate son fácilmente desarmados o acallados porque los pensamientos que defendían no encontraron un asidero sólido donde soportarse. En parte, esto se produce porque los avances de la ciencia y desarrollo de las sociedades han invalidado ciertas “verdades” que se sostenían como irrefutables en otros momentos. Pero también, porque las tesis que se fortificaban fueron tomadas de fuentes secundarias y/o sin la debida comprensión de sus fundamentos.
Por lo expuesto, es necesario hacer el empeño de leer los clásicos por lo menos una vez en la vida y cuando nos sea posible hacerlo. Esto, además de proporcionarnos el refinado placer de aprender así como ponernos en contacto con otros tiempos y lugares, nos ahorrará predicar cosas que en ningún momento sus creadores nos exhortaron a promover o sostener.
Verónica Castillo, Venezuela, Estado Zulia- Municipio Cabimas. Muy interesante tema que se presenta y de gran vigencia «Los Clásicos» esas obras atemporales que se escriben para las distintas áreas del conocimiento, a los que suelo llamar las lecturas necesarias. Hay una frase que dice «Dime que lees y te diré quien eres .» Ciertamente es así, en nuestro background acumulamos información que alimenta nuestro conocimiento, y bagaje cultural las cuales son en parte el producto de esas lecturas que nos han legado escritores memorables que nos han deleitado por años a diferentes generaciones y contextos, lo importante tal cual menciona el articulista está en tener atino a la hora de seleccionar la fuente confiable que proporciona el Clásico, es decir si es un libro traducido, que su traducción sea la más cercana a la versión en el idioma original. En estos momentos podemos hacer uso de las bibliotecas virtuales que nos ofrecen infinidad de títulos, para seguir apostando por la Lectura Necesaria.
Ivonne Morillo Chirinos. Ciudad Ojeda, Estado Zulia. Venezuela.
Leer es un placer exquisito que nunca se debe perder. Hay libros que han mantenido vigencia en el tiempo, pero siempre queda abierta la posibilidad de ser interpretado de acuerdo al sistema de creencias y conveniencia del lector, de una sociedad o grupo religioso. Un ejemplo es la Biblia. Hay distintas religiones cristianas basadas en un mismo libro. Cuya interpretación va creando las bases de las distintas creencias o religiones. La lectura te transforma mental, emocional e intelectualmente. Dime que lees y te diré quién eres.