El patriarca Kirill: líder espiritual de Putin que ‘bendice’ la guerra en Ucrania
La UE ha tratado de sancionar al jefe de la Iglesia ortodoxa rusa por su relación con el Kremlin, aunque Hungría lo ha impedido
La invasión rusa en Ucrania está teniendo repercusiones más allá del ámbito militar y político. Además de los efectos económicos -algo que se podía prever debido a la importancia de Rusia en el plano energético y el papel de Ucrania en las exportaciones de cereales a nivel mundial- la guerra también está provocando un fuerte choque dentro de la Iglesia ortodoxa.
A finales de mayo, el Consejo de la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú (UOC-MP) declaró su total independencia de Rusia debido a la postura del jefe de la Iglesia ortodoxa sobre la guerra en Ucrania. Tal y como subrayó la institución religiosa ucraniana, liderada por el metropolita Onufry, el Consejo “condena la guerra como una violación del mandamiento de Dios ‘¡No matarás!’ y expresa su desacuerdo con la posición del patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia con respecto a la guerra en Ucrania”.
Pero esta no es la primera vez que se tambalean los pilares de la Iglesia ortodoxa. En 2018 se produjo otro cisma en el seno de la institución, cuando la comunidad ortodoxa ucraniana rompió lazos con Rusia después de más de 300 años de relaciones, dando lugar a la Iglesia ortodoxa de Ucrania (UOC), liderada por el metropolita Epifanio I.
La controversia actual responde a la postura que ha mantenido el patriarca Kirill (San Petersburgo, 1946) desde que Rusia lanzó su invasión sobre Ucrania el pasado 24 de febrero. El líder de la Iglesia ortodoxa rusa, elegido en 2019, ha respaldado la agresión desde su inicio, asegurando que esta guerra tiene como objetivo combatir a las “fuerzas oscuras externas y hostiles”.
“Debemos hacer todo lo posible para preservar la paz entre nuestros pueblos y, al mismo tiempo, proteger nuestra patria histórica común de todas estas acciones del exterior que pueden destruir esta unidad”, declaró Kirill en un sermón dominical poco después de que comenzase la invasión sobre Ucrania.
Desde que Rusia inició la guerra en su país vecino, el líder religioso también ha aludido al colectivo LGTBI+ para justificar la agresión. El patriarca Kirill ha señalado que la guerra “no tiene un significado físico, sino metafísico”, y se trata de descubrir de “qué lado de la humanidad estará Dios”, refiriéndose a la división entre los gobiernos occidentales que permiten los eventos relacionados con el orgullo gay y los críticos con el colectivo, representados por los separatistas del este de Ucrania respaldados por Rusia.
«Los desfiles del orgullo están diseñados para demostrar que el pecado es una variación del comportamiento humano. Por eso, para entrar en el club de esos países, hay que hacer un desfile del orgullo gay”, explicó Kirill.
De acuerdo con el jefe de la Iglesia Ortodoxa, los desfiles del orgullo gay es algo que las regiones separatistas de Ucrania han “rechazado fundamentalmente” a pesar de los intentos de “destruir lo que existe en el Donbás» durante estos últimos 8 años. “En el Donbás hay un rechazo, un rechazo fundamental a los llamados valores que ofrecen hoy los que buscan el poder mundial”, resaltó.
“Si la humanidad acepta que el pecado no es una violación de la ley de Dios, si la humanidad acepta que el pecado es una variación del comportamiento humano, entonces la civilización humana terminará ahí”, añadió. El respaldo a la guerra por parte del patriarca ortodoxo no se queda solo en sermones, Kirill incluso ha dado su bendición a los soldados rusos que se han trasladado a Ucrania.
Kirill, por lo tanto, se ha convertido en ese líder espiritual que Moscú necesita para justificar la guerra en Ucrania. Desde hace años, el ortodoxo ha mostrado su respaldo al Gobierno de Vladimir Putin, describiéndolo como “un milagro de Dios” y apoyando su reelección y su intervención militar en Siria al lado de Bachar Al-Asad.
No obstante, los lazos entre el Estado ruso y la Iglesia ortodoxa vienen de lejos y se remontan a la caída de la Unión Soviética. Tal y como explica Andreja Bogdanovski, doctorando en la Universidad de Buckingham (Reino Unido), donde estudia los movimientos de autocefalía eclesiástica en Europa del Este y los Balcanes, con el colapso del comunismo soviético se produjo “un renacimiento de la Iglesia Ortodoxa Rusa en gran medida influenciado por el apoyo del Estado”.
Moscú optó por impulsar el papel de la Iglesia debido a que ambos tienen objetivos e intereses comunes. “Son interdependientes en muchas cuestiones. El Estado ruso ha convertido la ortodoxia en un arma para alcanzar sus propios objetivos”, afirma Bogdanovski.
El Gobierno de Putin, en concreto, ha utilizado la Iglesia para controlar el país política y socialmente, “basándose en los valores ortodoxos que también exporta al extranjero en forma de soft power”. De acuerdo con Bogdanovski, los Balcanes o Europa del Este son regiones donde el Kremlin y la Iglesia ortodoxa rusa buscan consolidar su influencia, aunque destaca que últimamente también se han interesado y centrado en África.
Respecto a la actual guerra en Ucrania y el papel de Kirill, el experto asegura que el respaldo del patriarca es otro ejemplo de cómo el Estado ruso utiliza la Iglesia y sus valores para justificar su invasión. “La Iglesia ha sido decisiva en la punta de lanza de los ideales del «mundo ruso” (Russkiy Mir) que los funcionarios estatales rusos suelen citar para validar la agresión en Ucrania”, resalta.
Bogdanovski también alude “al extraño intento de Kirill de justificar la invasión rusa en Ucrania hablando de los desfiles del orgullo”, un aspecto que, de acuerdo con el experto, “es otro esfuerzo por alimentar la retórica antioccidental que se necesita para mantener la invasión de Putin en Ucrania y presumir de apoyo interno”.
Debido a la gran influencia de Kirill y a su postura frente a la guerra, la Unión Europea planteó sancionarle al igual que hizo con otras figuras militares, políticas o empresariales cercanas al Kremlin. Sin embargo, la negativa del presidente de Hungría, Viktor Orbán, salvó al patriarca del castigo europeo.
Bruselas justificó su intención de sancionarlo señalado su relación con el régimen ruso. “Kirill es aliado desde hace tiempo de Putin”, al que considera “el único defensor del cristianismo en el mundo”, explica un texto sobre el sexto paquete de sanciones. La UE también recuerda el respaldo de Kirill a la guerra y algunas de sus polémicas declaraciones durante sus sermones.
No obstante, a pesar de los vínculos de Kirill con el Kremlin y su postura hacia la guerra, la negativa del nacionalista Orbán ha impedido imponer sanciones al patriarca ortodoxo. Debido a su fuerte dependencia energética hacia Rusia, Hungría ha optado por mantener una política diferente con Moscú respecto a sus socios europeos. El país centroeuropeo, junto con República Checa y Eslovaquia, ha quedado exento del embargo parcial al petróleo ruso anunciado por Bruselas a finales de mayo.
El líder húngaro ya había anunciado previamente que no aprobaría sanciones contra la energía rusa. Igualmente, a medidos de mayo, mientras los Veintisiete trabajaban en el sexto paquete de sanciones, Orbán resaltó que no apoyaría sanciones contra líderes religiosos, incluidos el patriarca Kirill.
Varios medios de comunicación han señalado que el veto húngaro se basa en la libertad religiosa, aunque para Bogdanovski no es más que un esfuerzo por parte de Orbán de mantener el equilibrio respecto a la guerra para mantener su popularidad y evitar las confrontaciones directas con Putin. Asimismo, con sus exigencias, espera mostrar a sus socios occidentales que “Hungría puede ser un actor constructivo dentro de la UE”.
Al igual que la guerra ha provocado un fuerte choque dentro de la Iglesia ortodoxa, en las últimas semanas también han surgido pequeñas grietas dentro de la Iglesia católica debido a la relación del Papa Francisco con el patriarca Kirill. El pasado mes de mayo, el líder católico felicitó a su homólogo ortodoxo con motivo del día de San Cirilo, un santo especialmente importante para las naciones eslavas. En la felicitación dirigida a Kirill, el Papa destacó “el valor y la dignidad de cada vida humana”.
Desde el comienzo de la invasión, el Vaticano ha decidido mantener relaciones cordiales con la Iglesia ortodoxa rusa, lo que ha causado malestar dentro del catolicismo. Según informa AP, el presidente de la conferencia episcopal polaca, el arzobispo Stanislaw Gadecki ha pedido al Vaticano que cambie su política “ingenua y utópica” después de volver de una visita a Ucrania. Gadecki recordó la importancia de que la Santa Sede apoye a Ucrania “en todos los niveles y no se dejara llevar por pensamientos utópicos”.
De hecho, los templos ortodoxos forman parte de los objetivos de los ataques rusos. De acuerdo con el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, 113 iglesias han sido alcanzadas por bombardeos desde el comienzo de la invasión. “Algunas resistieron la Segunda Guerra Mundial, pero no resistieron la ocupación rusa”, declaró el líder ucraniano
Estos daños en las iglesias ortodoxas, unido a la postura del patriarca Kirill, no harán más que profundizar la brecha entre la comunidad ortodoxa ucraniana y rusa. “Al igual que la invasión rusa de Ucrania ha provocado nuevas oleadas de ampliación de la OTAN y de la UE, puede que la Iglesia ortodoxa rusa pierda por completo cualquier influencia que pretenda tener en Ucrania”, concluye Bogdanovski.