30 de abril de 2024

Ángelus del Papa: Que la gratitud sea la luz que surja siempre de nuestro corazón

A la hora del Ángelus del domingo 8 de octubre, Francisco reflexionó sobre la parábola de los viñadores infieles evidenciando lo que sucede cuando el hombre se olvida de la gratitud. “¡La ingratitud genera violencia, mientras que un simple “gracias” puede restablecer la paz!”

Ángelus del Papa: Que la gratitud sea la luz que surja siempre de nuestro corazón

Cecilia Mutual – Vatican News

 

“Cuando el hombre se cree que se hace a sí mismo y se olvida de la gratitud, olvida la realidad fundamental de la vida: que el bien viene de la gracia de Dios, de su don gratuito”: fue la observación del Papa Francisco en su alocución previa a la oración del Ángelus del XXVII domingo del tiempo ordinario, reflexionando sobre la parábola evangélica de los viñadores infieles del Evangelio de Mateo.

 

Asomado desde la ventana del Palacio Apostólico, ante una soleada plaza de San Pedro, el Papa habló a los peregrinos congregados de esta “parábola dramática con un final triste” (cfr. Mt 21,33-43): la del dueño de una viña que la arrienda porque debe irse al extranjero y cuando llega el momento de la vendimia, “envía a sus siervos para recibir los frutos. Pero los viñadores los maltratan y los matan”; y cuando manda a su hijo, “ellos lo matan también”. El Santo Padre afirmó que “el propietario hizo todo bien, con amor”, confió la viña a los viñadores “arrendándoles su preciado bien y tratándolos de manera justa, para que estuviese bien cultivada y diese fruto”.

 

Sin embargo, en la mente de los viñadores se insinuaron pensamientos ingratos y ávidos. “No tenemos necesidad de dar nada al dueño. El producto de nuestro trabajo es solamente nuestro. ¡No tenemos que rendir cuentas a nadie!”.

 

«Tengan siempre en cuenta – enfatizó Francisco – que en la raíz de los conflictos siempre hay algo de ingratitud y pensamientos ávidos, de poseer pronto las cosas”.

 

Según el Papa, los viñadores “deberían estar agradecidos por todo lo que han recibido y por el modo en que han sido tratados.  En cambio, señaló, “la ingratitud alimenta la avidez, y crece en ellos un sentimiento progresivo de rebelión que los lleva a ver la realidad de manera distorsionada, a sentirse acreedores en vez de deudores del propietario que les había dado trabajo”. Y así “de viñadores se convierten en asesinos”.

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