OPINIÓN | Coronavirus, 60 por ciento más letal que la delincuencia
Lo único que le queda a la sociedad es seguir encerrada y cuidarse por su propia cuenta cuando salga, ya que de la autoridad no se puede esperar mucho
Entre el 18 de marzo y el día de ayer, 2 de junio, han fallecido por Covid-19 un total de 10 mil 637 personas; en el mismo lapso, han sido asesinadas en forma dolosa 6 mil 635 personas, es decir, mueren 60 por ciento más personas por coronavirus que por la actividad de la delincuencia.
De las primeras, se sabe que la mayoría de las víctimas padecían diabetes, hipertensión u obesidad y que ese fue un factor determinante para su deceso, mientras que de las segundas, poco se sabe sobre las causas de su muerte y menos se sabrá, ya que un alto porcentaje se quedarán sin resolver.
Si bien existe una correlación positiva entre ambas variables (fallecimiento por coronavirus y víctimas de homicidio doloso), en la que si aumenta una la otra también, en esta ocasión no se trata de una relación causal, ya que cada una de ellas obedece a una problemática y circunstancia distintas.
Sin embargo, existen rasgos en común entre ambos fenómenos; el primero es su capacidad para causar la muerte. En el caso del coronavirus ataca el sistema respiratorio y se aprovecha de la comorbilidad presente en las personas contagiadas, mientras que en el caso de la delincuencia, ésta ataca a algunos sectores de la sociedad para colocar sus mercancías ilícitas, mantener el control de actividades al margen de la ley y priva de la vida a personas que nada tienen que ver con alguno de estos temas.
En los dos casos la letalidad es muy alta.
Otra similitud radica en que ambos fenómenos se pueden prevenir atendiendo las causas, pero no tan fácilmente se pueden erradicar. Es decir, que si en esta fase de alto contagio de coronavirus no es posible hacerlo con vacunas porque por de momento no las hay, sí se puede evitar su propagación con el encierro obligatorio y sana distancia.
Sin embargo, cuando el propio titular del ejecutivo federal no toma en cuenta lo que el sentido común dicta y se va de campaña disfrazada de gira de trabajo en pleno pico de contagios, sin cubrebocas y de frente a los integrantes de su gabinete, no hay mucho que hacer.
En este sentido, lo único que le queda a la sociedad es seguir encerrada y cuidarse por su propia cuenta cuando salga a realizar sus actividades básicas, ya que de la autoridad no se puede esperar mucho, ni siquiera en términos de mensaje.
De no hacerlo, los efectos podrían traducirse en mayores contagios y en un incremento de la ya famosa “tasa de letalidad”, término que tanto disgusto ha generado al titular del ejecutivo federal e incluso lo ha llevado a confrontarse con algunos medios de comunicación, a quienes considera sus adversarios.
En el caso de los homicidios dolosos, si -como dice la narrativa oficial- son atendidas las causas de la violencia (con empleo, educación, salud, vivienda y bienestar), habrá menos asesinatos de este tipo, pero tampoco se podrán erradicar, ya que ni en los países más desarrollados se ha logrado alcanzar la tasa cero.
Aquí la cuestión es cómo medir la prevención a partir de indicadores cuantitativos en lo individual y en términos de correlación, en virtud de que es un terreno no explorado por la actual administración.
Hoy se propone medir el bienestar y la felicidad, pero después de poner en marcha programas como “jóvenes construyendo el futuro”, “sembrando vida” y otros más relacionados con la entrega de recursos y becas directamente al beneficiario, lo cual carece de toda lógica.
En síntesis, mientras los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, no dispongan de sistemas de medición de programas preventivos que atienden las causas, tanto en materia de salud como de seguridad, es este caso las vinculadas a la Covid-19 y al homicidio doloso, respectivamente, se seguirán atendiendo únicamente los efectos y no las causas, a pesar de que el discurso indica lo contrario.
Mientras no se alinean la prevención de las causas y el combate de los efectos, la sociedad tendrá que cuidarse por sí sola tanto del coronavirus como de la delincuencia, ya que pueden aparecer en cualquier momento en la vida de las familias y ambos son letales. Por el momento, más la Covid-19 que los grupos criminales.
Facundo Rosas realizó sus estudios de Ingeniería en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), donde fue condecorado con la “Medalla al Mérito Universitario”; cuenta con Maestrías en Administración y en Seguridad Pública y Derechos Humanos.
Entre marzo de 2010 y febrero de 2012 atendió directamente la problemática de violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua en el marco de la Estrategia “Todos Somos Juárez”.
Efectivamente hay un común denominador en ambos casos y que se encuentra ausente su nombre ESTRATEGIA
En seguridad pública ausente a partir de la presente administración. En servicios médicos ausente a partir de la carencia de capital humano, de instalaciones equipo y medicamentos. Es la triste realidad