¿Cuál es el tratamiento para curar la Hepatitis C? IMSS responde
Se proporciona en 46 hospitales en el país y garantiza entre 95 y 98 por ciento de efectividad.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) tiene un programa de detección y tratamiento para curar la Hepatitis C, que funciona en 46 hospitales en el país y garantiza entre el 95 y 98 por ciento de efectividad en pacientes con daño crónico o incluso en grado de cirrosis.
En el marco del Día Mundial contra la Hepatitis, el doctor Mauricio Castillo Barradas, adscrito al Servicio de Gastroenterología del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional La Raza, explicó que este tratamiento consiste en la toma vía oral de antivirales de acción directa por 8 o 12 semanas y debe iniciarse para evitar la evolución de la enfermedad que puede causar incluso cáncer de hígado.
“El tratamiento es altamente efectivo tanto en etapa de hepatitis crónica como en etapa de cirrosis. Lo importante es detectar al paciente cuando está en una etapa crónica, que aún no tiene cirrosis porque si le damos el tratamiento podemos evitar la progresión. Y en aquellos pacientes que ya tienen la cirrosis si le damos el tratamiento, el porcentaje de curación también es muy elevado”, precisó.
Pero antes del tratamiento para curar la Hepatitis C…
Mauricio Castillo Barradas destacó que para el Seguro Social es muy importante que se conozcan los grupos de riesgo para adquirir la hepatitis B o C, como son quienes usan drogas inyectadas o inhaladas, cursan por hemodiálisis, han recibido trasfusión sanguínea, trasplante de órganos, factores de coagulación o hemoderivados; niños nacidos de mujeres infectadas por alguno de estos virus, trabajadores de la salud o de seguridad que usan materiales punzocortantes y, personas infectadas por VIH.
“Es importante hacer la prueba de anticuerpos contra el virus de Hepatitis C y si la prueba sale positiva, entonces nosotros tenemos que dar el siguiente paso que es detectar la carga viral y evaluar el grado de daño hepático que tiene nuestro paciente para poder planear su tratamiento”, apuntó.
Subrayó que hay pacientes que están infectados y no lo saben porque no presentan síntomas o son inespecíficos, por lo que se puede considerar que esta enfermedad es una epidemia oculta.
“Son pacientes que tienen malestar general, cansancio o leve dolor abdominal que pueden ser atribuido a cualquier causa, menos a una infección por hepatitis, de tal manera que pueden estar completamente asintomáticos y una proporción de ellos pueden estar ya en una fase de cirrosis hepática y tener desafortunadamente ya las complicaciones”, enfatizó.
El gastroenterólogo del IMSS recordó que la hepatitis es la inflamación del hígado, puede ser aguda o crónica dependiendo del tiempo de evolución y ser causada por distintos factores.
Refirió que la más frecuente es la que se origina por virus y se clasifican con las primeras cinco letras del abecedario: A, B, C, D y E. Las A y E generan una enfermedad aguda que se autolimita, es decir, se cura sin medicamento y no deja secuelas; en tanto, las del tipo B, C y D pueden evolucionar al grado crónico y ocasionar cirrosis o cáncer de hígado.
Detalló que en nuestro país hay mayor presencia de las clasificadas en A y E que son las que se trasmiten vía enteral, es decir, las que entran al organismo a través de los alimentos o el agua contaminada.
“La hepatitis A es muy frecuente sobre todo cuando hay desastres naturales, cuando hay poca higiene. A los 20 años de edad, el 80 por ciento de los mexicanos ya estuvimos en contacto con el virus A, pero lo afortunado es que es autolimitada”, expuso.
El especialista del Seguro Social dijo que las del grupo B y C no son tan frecuentes como las anteriores pero evolucionan a un grado crónico, por lo que es muy importante detectarlas con oportunidad para detener su progresión. Para la Hepatitis B existe vacuna y es parte de la Cartilla Nacional de Vacunación.
Informó que el IMSS atiende cada año en promedio a 4 mil pacientes con Hepatitis C, tanto de primera vez como subsecuentes. El grupo etario más afectado son los que se ubican entre los 40 y 60 años de edad, con un ligero predominio del sexo femenino, atribuido primordialmente a trasfusiones sanguíneas realizadas en procesos ginecobstétricos.