OPINIÓN | Justicia para Todas
Pensar que un día naranja al mes, más allá de que sea o no 25 de noviembre, será una acción suficiente para detener la violencia en contra de nuestras niñas, adolescentes y mujeres, es absurdo
Cuando aparece en alguna red social la imagen de una mujer desaparecida, una más cada vez normalizada en medio de otras tantas problemáticas, la temática sobre la que suele desarrollarse la conversación, en un país ya acostumbrado a la violencia, así como a la polarización, reflejan sentimientos de frustración, desesperación, tristeza y coraje, aún acompañados de comentarios que buscan minimizar la gravedad de la situación; frases como “de seguro tenía mala relación con su familia”, “seguramente andaba en malos pasos”, hasta “seguro está cog** con su novio”, aparecen en medio de la cadenas que familiares, amistades y colectivas generan, con la intención de encontrarlas con vida.
Al pasar de los días, meses o años en los peores casos, los cuerpos sin vida van apareciendo o mejor dicho “los restos humanos de una mujer”, que permiten identificar de acuerdo al grado de descomposición, el espacio donde fueron abandonados, así como el grado de “precaución” con el que fueron privadas de su vida, conociendo también las diferentes agresiones perpetradas, como lo puede ser abuso sexual, alguna muestra de saña y tortura que haya dejado huellas en su cuerpo; desafortunadamente, para algunas que ni siquiera están siendo buscadas, sus restos suelen aparecer cuando otros feminicidios salen a la luz pública.
En Puebla recientemente observamos los feminicidios en el caso de Liliana Lozada, de la pequeña María Isabel, de la joven Mayra encontrada en Tetela, de los restos humanos de mujer sin identificarse cercanos a los de Liliana Lozada, así como de Elizabeth Ramírez, aunados a la extraña detención de Leslie y las amigas que la acompañaban, la legítima defensa de Beverly en contra de un conductor de una plataforma de servicios de transporte, lo que la llevó a ella a estar detenida y a su agresor a quedar impune. Las búsquedas continúan, nos hacen falta Carla Mejía Vivanco quien desapareció en Juan C. Bonilla, Vanya Melanie Heinz Machuca a quien se le vio por ultima ocasión en la colonia Los Héroes del municipio de Puebla, Montserrat Aguilar Santiago, vista por última vez en San Andrés Cholula… por solo mencionar a las más recientes. Esta es la normalidad en este estado, en México y en el mundo, a excepción de países como Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda o Noruega, en los que por cierto, la más reciente medición de percepción de corrupción e impunidad, les coloca en los primeros sitios, como países percibidos con bajas o nulas acciones de este tipo.
Pensar que un día naranja al mes, más allá de que sea o no 25 de noviembre, será una acción suficiente para detener la violencia en contra de nuestras niñas, adolescentes y mujeres, es absurdo. En la actualidad existen 22 entidades federativas que en el país cuentan con Declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra Mujeres, algunas entidades no solo cuentan con una, sino con dos de estas acciones afirmativas, que tienen por objetivo establecer políticas públicas coordinadas entre la Federación, el Estado y los Municipios mencionados en los decretos que las contienen, para detener la violencia. Algunas colectivas feministas han realizado un llamado a que la totalidad del país debiera contra con la activación de la Alerta. De acuerdo con la propia información publicada por la Secretaría de Gobernación, de donde emanan las instancias Instituto Nacional de las Mujeres y Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia, mismas que reconocen que en la actualidad 643[1] municipios cuentan con declaratoria de alerta de violencia de género, de los 2471 municipios que reporta INEGI integran nuestro país, es decir el 26% de los municipios en México representan de forma oficial, espacios peligrosos para la vida de las mujeres, en los cuales, las medidas de prevención, acceso a la justicia y seguridad, cuentan con 552 acciones decretadas para la recuperación de la seguridad de las mujeres, que deberían garantizar los derechos humanos de TODAS en esos territorios, frenar las desapariciones y por tanto, los casos de feminicidios, generando acciones en corresponsabilidad con el sector público, las empresas y sociedad civil, para implementar la prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia contra mujeres y niñas.
Sin embargo, muchas personas prefieren continuar haciendo las preguntas incorrectas, en los espacios inadecuados, en lugar de exigir la rendición de cuentas respecto a la fecha exacta en que algunas de las 22 declaratorias de alerta de violencia de género, van a devolver los derechos humanos a las niñas y mujeres. Así como ha existido el borrado de la participación de las mujeres en la construcción de la historia y la propia democracia, también ha premiado el encubrimiento del sistema patriarcal respecto de las violencias contra las mujeres, por desconocimiento, por temor, por réplica de estereotipos, por impunidad de las autoridades, por no contar con perspectiva de género para analizar y atender el “fenómeno” de la violencia y del propio feminicidio.
Hace algunos días volvía a leer “Las venas abiertas de América Latina”, del ilustre Eduardo Galeano, quien desde 1971 dejaba en claro que “la violencia sistemática, no aparente pero real, va en aumento… la impunidad es todavía posible, porque los pobres no pueden desencadenar la guerra mundial”, haciendo referencia a que la miseria y pobreza en América Latina, se convierte en el factor de desigualdades y asimetrías que se viven en quienes habitamos estas latitudes. Supongo que si al análisis puntual que realiza del proceso de conquista, le hubiese acompañado de una mirada violeta, habría sido el primero en declararse aliado del feminismo, cuando desarrolla la narrativa de “la pobreza del hombre” en Brasil, Cuba, Colombia, Guatemala, México, Chile, como resultado de la riqueza de estas tierras. Si la asimetría de trato alcanzó a los hombres que habitaban estas tierras fértiles, que habrá sido de las mujeres que también lo hacían?
Durante siglos hemos normalizado que las mujeres “pierdan” la vida, y las causas de sus muertes no sean esclarecidas, lástima que las 966 víctimas de feminicidio, las 2,746 víctimas de homicidio doloso, y las 3,284 de homicidio culposo[2] no tiene la posibilidad de regresar de la muerte para esclarecer las condiciones en las que se les arrebató la vida, no cuentan con voz para gritarnos si en efecto las investigaciones se realizaron a profundidad para desentrañar la verdad, ellas ya no pueden marchar, menos hacer pintas, ni pedir justicia por otras, mucho menos afectar los preciados pedazos de roca que siempre se defienden, antes que sus vidas. Nuestros inmuebles pagan el coraje e impotencia de las que si pueden gritar que no fue su culpa, que de esas SEIS MIL NOVECIENTAS NOVENTA Y SEIS MUJERES que asesinaron en 2021 no podríamos tolerar #NiUnaMás. Que seguramente a ellas, a sus familiares y amigos aún les hace falta JUSTICIA.
Cada vez somos más quienes nos unimos a solicitar respeto para todas las niñas y mujeres, para que en igualdad de condiciones jurídicas se garanticen nuestros derechos. El repudio público a la violencia de género, a la réplica impune de actos machistas y misóginos, la frustración y el temor ante la impunidad con la que cada día 19 mujeres fueron asesinadas en 2021, debe cambiar de los discursos a las acciones. La investigación, persecución de los delitos e impartición de justicia son tareas que involucran la responsabilidad del Estado. Nuestra labor desde los entornos privados y sociales recae en la corresponsabilidad en materia de prevención. Asumamos todas y todos nuestra responsabilidad.
Deseo que este espacio de reflexión sea de su agrado, les espero el próximo lunes para analizar y replantearnos el mundo con una mirada violeta.
[1] https://www.gob.mx/inmujeres/acciones-y-programas/alerta-de-violencia-de-genero-contra-las-mujeres-80739
[2] Datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública
https://drive.google.com/file/d/1btj0rWQjIn3mlUKXcKrAxhSHPoOe58T6/view
*Las ideas contenidas en este texto son responsabilidad de su autor y no reflejan la postura de News Report MX
Norma Pimentel Es Licenciada en Derecho, por UDLAP; Maestra en Derecho Empresarial y Fiscal, por Ibero-Puebla; Doctora en Derecho por BUAP; con una estancia de Post-doctorado CONACyT en UPAEP.
Ha sido Secretaria para la Igualdad Sustantiva de Género, del Municipio de Puebla; Subcontralora de Obra Pública y Servicios, en el mismo; Coordinadora de los Sistemas a favor de las mujeres, en la Secretaría de Igualdad Sustantiva del Estado de Puebla; Comisionada para el Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales Puebla; catedrática en UDLAP, ANAHUAC, ELDP, Tec de Monterrey, UVM, UPAEP.
Autora del ebook: Marco jurídico de las comunicaciones. Abogada influyente en México, Foro Jurídico 2021. Speaker Tedx Buap Wowen 2019 con la conferencia: Tu Indiferencia Mata. Conferenciante en materia de transparencia, rendición de cuentas, perspectiva de género, prevención y atención de violencia contra las mujeres, derechos humanos, cultura de la legalidad, coordinación fiscal, contratación pública, combate a corrupción.