5 de noviembre de 2024

Las 3 grandes mentiras sobre el campo

La política agrícola de la 4T se ha basado en tres grandes mentiras que han justificado una serie de decisiones cuyo efecto es ir a contracorriente del objetivo central de lograr la autosuficiencia alimentaria y aumentar la producción para garantizar la alimentación de todos los mexicanos. Las tres mentiras son las siguientes:

 

  1. El “neoliberalismo” desmanteló y descuidó al campo mexicano.

Si nos apegamos a la cantidad de dinero que las pasadas administraciones gastaron en el campo y a la productividad del sector agrícola, hemos de decir que la afirmación es rotundamente falsa.

 

Primero, en los “gobiernos neoliberales”, el presupuesto de la Secretaría de Agricultura siempre estuvo a la alza. En 2006 fue de 51 mil millones de pesos, en 2012 terminó en 71 mil millones, y en 2018 fue de 76 mil millones. En los dos primeros años de la 4T fue a la baja: en 2019 fue de 65 mil millones y en 2020, de 46 mil millones, el año en que la pandemia explotó en el país. La organización Fundar encontró que, tras la eliminación de diversos programas para el campo, como el de los seguros agrícolas, de 2019 a 2020 hubo un decremento de 29.2 % en términos reales de los recursos para SADER (21 mil 543 millones menos).

 

El Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable (PEC), el que contiene el conjunto de las políticas públicas en materia de desarrollo rural, para 2022 se asignaron 362 mil 546 millones de pesos; es decir, 15 mil 920 millones de pesos más que en 2021, pero sólo 4.6% en términos reales y aun así disminuyó 8.3% respecto a 2019. ¿Ese es el compromiso de la 4T con el campo? ¿quién desmanteló al mismo?

 

En segundo lugar, si atendemos a la evolución de la balanza comercial agroalimentaria (la relación entre lo que exportamos e importamos) vemos que a partir de 2015 se generó un superávit, de mil 117 millones de dólares, que en 2018 alcanzó 6 mil 420 millones de dólares. Después de un superávit récord en 2020 de casi 12 mil millones de dólares, el año pasado este fue de 7 mil 192 millones. ¿Quién inició la tendencia superavitaria y quién ha tenido sus bajas?

 

Otros datos preocupantes del descuido de la 4T al campo mexicano están en el área de la sanidad vegetal: el presupuesto del SENASICA para 2022 ha disminuido en 31.6% respecto a 2018. ¿Así quiere la 4T proteger a los cultivos mexicanos de plagas y enfermedades y garantizar que nuestros cultivos de exportación sigan teniendo acceso a mercados internacionales?

 

  1. Los herbicidas químicos como el glifosato afectan la salud y el medio ambiente y es preciso eliminar su uso en la agricultura.

 

La batalla de la 4T contra los productos fitosanitarios se basa en que se asume que son dañinos a la salud y al medo ambiente. NO importa el dato central de que se pierde alrededor de 40% de los cultivos por las malezas que invaden los cultivos, que existen 8 mil tipos de malezas, de las cuales las más dañinas se encuentran en México y que son causantes de pérdidas por más de mil 300 millones de dólares a nivel mundial, de acuerdo a la FAO, y que el glifosato es el herbicida más eficaz, barato y utilizado en el mundo (más de 120 países, incluidos Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea).

 

Como parte del proceso para renovar la licencia de la aplicación del glifosato en esa región, el grupo responsable de llevar a cabo las investigaciones publicó, en junio del año pasado, un extenso informe, de 11 mil páginas, que analiza estudios científicos, teniendo en cuenta experimentos con animales, estudios epidemiológicos y análisis estadísticos, el grupo de países que coordinó la evaluación del glifosato (Francia, Países Bajos, Hungría y Suecia) concluyó “que una clasificación del glifosato con respecto a la carcinogenicidad no está justificada» y que el uso de glifosato es seguro cuando se utiliza según las instrucciones

 

  1. La agroecología es viable para lograr la autosuficiencia alimentaria.

Este es un mantra que repite el Subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria, Víctor Suárez, la Secretaria de Medio Ambiente y la titular de Conacyt. No importa que en el país se cultiven menos del millón de hectáreas para la agricultura orgánica (de los 23 millones de superficie sembrada) y que el propio Suárez haya reconocido en una entrevista a la revista Contralínea que “serían necesarios 20 años y una serie de políticas transexenales que trabajen de forma holística… ya que el de la autosuficiencia alimentaria es un “camino largo y no de corto plazo”.

 

El dato crucial que los “orgánicos” siempre dejan de lado es el papel de la productividad del modelo a gran escala, es decir, la cantidad de tierra que se requiere para alimentar a una población en constante aumento. Dos datos clave: en 1950 había una población mundial de 2 mil 600 millones y se cultivaron mil 400 millones de hectáreas. En 2030 habrá 8 mil 500 millones y se calcula una superficie sembrada de mil 600 millones de hectáreas.  En México, en la década de los 50, se requirió sembrar 8 millones de hectáreas para alimentar a 27 millones de habitantes; en 2020, se requirieron 22 millones de hectáreas para alimentar a 127 millones. Para 2050 seremos 150 millones de mexicanos, ¿cuántas hectáreas serán necesarias para producir alimentos para la población?

 

La realidad es evidente: la producción a gran escala es la ÚNICA que permite garantizar las necesidades de alimentación de la humanidad, aunque este tipo de producción debe ser sustentable para que tenga viabilidad en el futuro. Pero esto se logra con tecnología e innovación, no recurriendo a prácticas ancestrales. Si nos dicen que vamos a tardar 20 años en lograr autosuficiencia alimentaria, necesitamos mucho MÁS superficie de cultivo que requiere la agroecología, los productos orgánicos cuestan más caros producirlos, los fertilizantes orgánicos NO son tan efectivos y eficaces como los agroquímicos (ni tienen el registro sanitario que exige la ley) y el país aumenta su crecimiento poblacional, demandando en consecuencia más alimentos, pues está claro que el objetivo de ser autosuficientes en materia alimentaria está tan lejos, que nunca será alcanzado. Por más que el romanticismo agrícola de funcionarios nos lo quiera vender hoy.

 

Jorge Martínez Cedillo.

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