Alcaldías del oriente capitalino concentran el mayor número de desaparecidas
Este problema complejo va al alza, advierte académica de la UAM
Las alcaldías Iztapalapa, Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, que en la zona oriente de la Ciudad de México, concentran el mayor número de desapariciones de mujeres en la capital, lo que expresa “un problema muy complejo que va al alza”, advirtió la doctora Rita Canto Vergara, investigadora de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La académica del Departamento de Filosofía sostuvo que de acuerdo con organizaciones civiles, incluido el Observatorio Nacional del Feminicidio, se trata de jóvenes que están en los rangos de los 12 a los 17 años y de los 18 a los 22, y habitan en las periferias, es decir, en espacios marginales.
“Nos interesó el cuadrante oriente de la capital, porque ahí, desde el 27 de abril de 2018 se desconoce el paradero de Mariela Díaz Valverde, alumna de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y porque muchas de nosotras trabajamos en el área y tenemos contacto con estudiantes que provienen de Nezahualcóyotl y Chimalhuacán, en el Estado de México, quienes han vivido en carne propia, si no directamente, la desaparición de un familiar”.
Este es uno de los puntos más problemáticos de la Ciudad de México, donde “se han documentado de manera exhaustiva los estragos de la criminalidad y la falta de procuración de justicia en la vida cotidiana de las mujeres, llevando a muchas asociaciones a solicitar la puesta en marcha de la alerta de violencia de género”.
Mediante investigaciones académicas y periodísticas, así como del trabajo de colectivos y organismos no gubernamentales se ha tratado de establecer “las causas y las consecuencias del aumento alarmante del fenómeno de desaparición de mujeres en la capital”, corroborándose que es la zona oriente donde se registra el mayor número de casos.
“Empezamos a indagar y nos dimos cuenta de que tenemos conflicto con las cifras porque durante toda la administración de Miguel Ángel Mancera se tendió un velo para intentar invisibilizar la situación”.
Los números oficiales pertenecen al Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas; sin embargo, desde que entró en vigor la ley general en la materia son las fiscalías especializadas las responsables de actualizar dicha base, pero en el caso de la Ciudad de México esto no ha sido debidamente actualizado. Uno de los errores más graves es que no hay nombres “lo cual debería ser una exigencia a estas alturas del partido”.
También hay campos destinados a la descripción de las personas en los que se hace mención del uso de “barba y bigote” para describir a muchas mujeres, lo que sugiere que “hay una disposición de principio donde el instrumento fue mal diseñado o bien los servidores la están rellenado en forma arbitraria y dolosamente equivocada”, expresó Canto Vergara.
En la Ciudad de México la única manera de obtener datos claros es mediante peticiones de acceso a la información, ante las cuales “sabemos que la ley tarda 20 días hábiles. El problema es que en esta urbe la mayoría de las desaparecidas es registrada bajo conceptos erróneos, como el de persona ausente o extraviada, lo que impide establecer una búsqueda como tal, porque en ese caso no se aplica la ley general en la materia, que dice que las víctimas tienen que ser buscadas siguiendo un protocolo homologado.
Al respecto comentó que dicho procedimiento establece las pautas de las primeras 24, 48 y 72 horas de búsqueda, “y hemos encontrado que cuando se sigue esta formalidad, ellas son encontradas y devueltas a su hogar”, por lo que contar con índices confiables es una obligación con la que deberían cumplir las titulares del gobierno local y la Procuraduría General de Justicia, ya que “las investigadoras hemos asumido el rol de aproximarnos a unos datos sobre los cuales hay muchos elementos que impiden llegar a la formalización”.
Como especialistas, sin embargo, “hemos observado gran número de fichas de búsqueda que comparten las familias, los grupos y los colectivos para poder ayudar a los familiares, y hemos encontrado una cantidad importante que va en aumento”; si bien “no nos atrevemos a dar cifras”, en Guadalajara las organizaciones civiles han contado 20 mujeres diariamente, por lo que “podemos decir, por un símil, que nos estamos aproximando a ese dato o ya rebasamos 20 desaparecidas cada día en la capital”, registro que “está en aumento constante”.
Una de las razones por las que el fenómeno va en crecimiento tiene que ver con “claros procesos de invisibilización de los casos”, y en la medida que la sociedad y las autoridades no se pronuncien sobre el tema de la desaparición, seguirá habiendo “una noche muy larga” respecto de esta problemática, dijo la académica de la UAM.
El tema de la desaparición no sólo debe centrarse en la investigación sobre la trata de personas en sus tres modalidades: por explotación sexual, tráfico de órganos y trabajo esclavo, aunque si bien es la principal sospecha, también existen el homicidio y las pornografías infantil y juvenil, entre otros delitos que “nos hace pensar que en el país crece una economía criminal, que está permitiendo el fenómeno de la desaparición de mujeres de zonas marginadas y marginales, y sin embargo, la autoridad no se compromete con la vida y la seguridad de ellas”.
Resulta lamentable que la ciudad carezca de una fiscalía completamente operativa, que cuente con los canales y las condiciones para buscar a las mujeres en terreno y seguir “a rajatabla el protocolo homologado de búsqueda para atender con humanidad y perspectiva de género a las familias y para que los ministerios dejen de maltratar a las familias e intentar convencerlas de que ellas se han ido por cuenta propia cuando no hay ningún indicio que lo demuestre y sí hay elementos para pensar que están siendo víctimas de algún delito, a la luz del contexto de delincuencia y la presencia de grupos del crimen organizado de los cuales encontramos cada vez más sospechas violentas de su operatividad”.
Las universidades tienen un potencial de recursos no sólo humanos sino intelectuales, que permiten ejercer el derecho a las búsquedas. En ese sentido ha sido clave aportar «nuestra investigación en las carpetas que se desarrollan en este momento e incluso se han entregado planes de coadyuvancia en los que se argumentan las líneas de indagación para poder localizar a Mariela Díaz con vida, aunque han sido dilatadas y obstaculizadas de manera dolosa».