19 de abril de 2024

Tiempo y destiempo


Después de unas inmerecidas, pero bien disfrutadas vacaciones, retomo estas líneas con el afán de seguir disfrutando de su tiempo y su tolerancia.

Esta semana dedicaré la columna a un tema alejado del acostumbrado, en primera porque hay que empezar el año de buenas, porque estoy seguro que nuestro tlatoani en turno no va a dejar de proporcionarnos material para contradecir hasta las leyes de la física y finalmente porque el de la voz cantante también tiene otros temas de conversación aunque la mayoría de mis amigos (y detractores) lo duden o lo ignoren.

Así que, sin mas preámbulo, comenzaré por la vieja costumbre de desear a todos los lectores, lectoras y lectore, lo que sea que eso signifique, un muy feliz año 2020 lleno únicamente de tres cosas: un amor, salud y tiempo.

Sé que de bote pronto suena muy raquítico mi deseo, pero en el mucho o poco tiempo, según a quien se le pregunte, que he pasado en este plano terrenal he aprendido que de estas 3 sustancias esta hecha la mayor parte de lo que nos empeñamos en llamar felicidad.

En primera un amor, caray que si de eso está hecha la vida. Para algunos será amor propio, para otros será el primer amor, para los de mi rodada el amor para siempre, y para los que ya llevan rato por estos lares el amor eterno, el chiste es que este sentimiento parece ser la materia que nos impulsa a vivir, a levantarnos, a luchar, a conquistar y en otros casos a madurar.

Y es que ya sea uno padre, hijo, o hasta espíritu santo la entrega del ser por un bien mayor es un gran aliciente que siempre vale la pena tener. Digamos que es el porqué del asunto.

En segundo lugar, viene la salud, y es que sin ella la cosas se complican, aunque sin duda justo cuando existe falta de vigor, en el sentido literal de la palabra, es cuando más se valoran las cosas, los amigos, la familia y hasta el dinero, básicamente podríamos decir que quien tiene salud de cuerpo y mente es capaz de hacer casi cualquier cosa, de ahí en fuera el único limite es la voluntad.

Así que volviendo a mi analogía una vez teniendo salud tendremos el cómo del asunto.

Y finalmente el tiempo. Y a pesar de que la duración de este no depende de nosotros, en nuestras manos sí está la administración del mismo, la claridad y calidad de cada una de las actividades a la que destinemos el recurso menos renovable que tiene el ser humano, y creo que el único que nuestros hípsters no se han empeñado en reciclar.

Y es que vivir cada día como el último suena trillado, pero cuando uno vive con intensidad o felicidad parece que no hay tiempo suficiente y mas nos vale aprovecharlo en ser felices que en ser útiles y que mejor que si se logran ambos.

De esta forma estimado lector, no le entretengo más y deseo para usted y todos quienes le rodean que tengan un porqué vivir, una forma digna y honrada de hacerlo y el suficiente tiempo para que este proyecto llamado vida le permita ser feliz y hacer felices a quienes le rodean.

Por lo demás nos veremos la siguiente semana si es que aun queda país después de llenarle el buche de piedritas a nuestros hermanos bolivianos.

Feliz 2020.

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