OPINIÓN | Ansiedad la palabra más googleada en la pandemia (Parte 4)
¿De verdad tienes Trastorno Obsesivo-compulsivo o sólo lo «presumes» para convivir? Hay una gran diferencia entre padecer TOC y ser neurótico. Conoce la historia de la Dra. Chavira.
Hemos llegado a la cita para continuar con nuestra conversación, este ejercicio que establecemos usted y yo, estimado lector, de poner sobre la mesa algún tema e irlo desarrollando a través de los diferentes encuentros que vamos teniendo.
Esto no es tan diferente con lo que sucede entre los amigos, entre los parientes, salvo los histéricos; el resto de las personas aprendemos a desarrollar un mucho de paciencia para ir desarrollando temas y llevarlos hacia los puntos que nos interesan.
En mi etapa universitaria, por razones de cumplir con los programas de las diferentes asignaturas, nos veíamos en la necesidad de leer a diferentes teóricos, incluso filósofos, y en estos escabrosos campos hay tantas filias como fobias.
Recuerdo así con cariño a un académico de nombre Reynaldo Gresca, que por alguna razón le tenía un especial animadversión a Kant, éste (Reynaldo) era el encargado de impartir las materias de Pensamiento social y Tópicos selectos del pensamiento social, por lo que llegar a la conclusión que yo enunciaré de manera prosaica en la que él afirmaba que Kant y su “Crítica a la Razón pura” eran una bola de paparruchadas, no es algo ocurrió en la primera clase. No puedes llegar y decirle a un grupo de personas a la media hora de conocerlos que Kant es un papanatas.
No, para esto hay que ir desarrollando una línea directriz de pensamiento, un eje argumentativo, un discurso, pues; al profesor Reynaldo esto le lleva dos semestres, por ejemplo. Es así que cómo van avanzando las semanas, ustedes y yo nos vamos adentrando en un universo fascinante, paso a paso, relato a relato.
No vamos a llegar a decir que fulano de tal está loco sin tener establecidos parámetros, definiciones, conceptos, de tal o cual situación, de tal o cual persona, de tal o cual circunstancia, tampoco cometeremos la vulgaridad de generalizar, así que mejor platicamos íntimamente mediante esta modesta columna de opinión, qué circunstancias han llevado a algunas personas en particular a contribuir a la estadística de buscar la palabra ansiedad en Google.
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El uso a la ligera de determinados vocablos que son del fuero exclusivo de una disciplina puede resultar contraproducente y hasta perjudicial para un grupo social. Por ejemplo, en pleno 2020, cuando cualquiera con un mediano interés pudiera hacer una pequeña investigación de lo que significa un TOC (Trastorno Obsesivo-compulsivo), algunas personas de buenas a primeras, sin pudor alguno, andan por el mundo ostentándose como pacientes de TOC, solo por que no les gusta la carne término medio.
“Uy, se activó mi TOC”, suelen decir.
Personas interesadas en la moda suelen ser otro ejemplo de gente que se anda adueñando de etiquetas que no les corresponde, llegan a pagar psicoanalistas, porque su compañero de oficina usa zapatos negros y calcetines blancos.
“Usted no tiene TOC, usted es un neurótico” se oye en los consultorios a lo largo y ancho de la ciudad.
La Dra. Chavira es una dentista que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo en regla desde hace décadas, es germófoba, asiste dos veces por semana a psicoanálisis y lleva un control farmacológico, sobre todo cuando se descontrola por alguna razón en particular, como aquella vez que por la coladera de la regadera empezaron a brotar aguas negras.
En general es funcional, atiende un impecable consultorio y es madre de dos chicas jóvenes en etapa universitaria; una de ellas -la mayor- estudia arquitectura y la menor sigue sus pasos en lo de ser cirujano dentista.
Comienza este “sainete” de la pandemia de la COVID-19 y la Dra. Chavira fue de las personas que hicieron compras de pánico, acudió a COSTCO a surtir su alacena como si se preparara para la tercera guerra mundial y quisiera sobrevivir sin salir al mundo al menos un año.
Alimentos de todo tipo, papel sanitario, agua, jabón, alcohol gel, etcétera; paga y al llegar a su camioneta hay un carro obstruyendo su salida. Fueron días peculiares en muchos sitios del mundo, el pánico se apoderó del comportamiento de muchas personas y, bueno, alguien decidió que era buena idea estorbar la salida de esa camioneta.
Había comprado tantas cosas que tardó una media hora en acomodar las compras al interior del vehículo, pero debido a su TOC y la existencia del virus, cada minuto en la calle socavaba su salud mental.
Finalmente se subió a su camioneta y girando el volante en cierto ángulo descubrió que si pisaba a fondo el acelerador e impactaba el frente del sedán que la obstruía lo lograba mover unos quince grados, así que lo chocó hasta que logró liberarse.
Llegó a su casa, se quitó la ropa, la tiró a la basura, se bañó impetuosamente, incluso dañándose un poco la piel por la manera en que tallaba su cuerpo. Las hijas que estaban en casa la vieron llegar absolutamente desestructurada, se asomaron por la ventana y vieron la camioneta dañada por tanto golpe. Empezaron a sentirse angustiadas, su madre no salía del baño, ya llevaba para ese momento cerca de una hora bañándose.
No es fácil la convivencia con una persona que tiene un TOC (que si lo tiene realmente, no un mamarracho que dice tenerlo por convivir), la han visto durante toda su vida levantarse durante la madrugada a limpiar la casa, bañarse varias veces al día, y otra serie de rituales que las involucraban sólo por vivir ahí.
Lograron adaptarse y entender la enfermedad de su mamá. Lo que pasa es que esa es la normalidad, pero cuando hay algún evento fuera de lo ordinario, su mamá se ha puesto tan mal, que han tenido la necesidad de hospitalizarla, no en un psiquiátrico per se, pero si por esas razones, así que el nivel de angustia en ese momento empieza a dispararse en ambas.
Finalmente su madre salió del baño, se vistió y encima de la ropa se puso ropa de cirugía; salió a la camioneta y les pidió de mala manera a las hijas que le ayudaran a meter el mandado, pero solo a la cochera; una vez depositado ahí, le faltó nada para fumigarlo con tanta cosa que utilizó parra sanitizar pieza por pieza, el TOC a todo lo que daba. Qué mejor justificante que una pandemia.
Si la convivencia en situaciones normales resultaba complicada, sobrellevadera pero complicada, en ese momento se tornaba imposible. Estableció una agenda exagerada de limpieza que implicaba a los tres miembros de la familia, se prohibió que salieran de casa hasta para ir a la tienda, y ambas chicas notaban que su mamá no dormía, escuchaban que se pasaba la noche limpiando, y después bañándose una y otra vez.
Su mamá necesitaba ir con el doctor, pero era una encrucijada: no la iban a convencer de salir y no iba a permitir que el galeno entrara a la casa.
Después de unas tres semanas decidieron esperar a que se durmiera -a veces caía en un profundo sueño al medio día como consecuencia de no dormir por estar limpiando- y escaparon al consultorio de su doctor de cabecera.
El doctor le dio la tradicional receta que le hacía cuando se descontrolaba, pero no dejó ir tan rápido a las chicas, las notó verborreícas, exaltadas, ambas habían perdido peso y estaban, muy, muy ojerosas. Les aplicó un par de escalas de ansiedad y las entrevistó al respecto y las diagnosticó.
“Es difícil vivir lo que se está viviendo y su caso particular lo hace todo mas complicado, no hay cabeza que aguante tanto. Van a tomar esto por la mañana y esto por la noche, y me vienen a ver en dos semanas”.
Las hermanas Chavira salieron del consultorio con tres recetas. Llegaron a casa con los medicamentos para cada quien y su madre seguía durmiendo. Fueron al estudio de la que estudia arquitectura y en la computadora googlearon: Ansiedad, síntomas y gravedad.
Gabriel Zamora Paz es Psicólogo por la UABC, Maestro en epistemología y doctor en Psicoanálisis Lacaniano.
Cuenta con 20 años dedicado a la actividad clínica como psicoterapeuta primero, cómo psicoanalista desde hace 6 años y trabajó 6 años como académico en la UPN.