Libre comercio y globalización promueven la concentración de la riqueza
La Unidad Iztapalapa de la UAM fue sede del Primer Congreso Internacional de Doctores en Administración
El libre comercio y la globalización han contribuido a la concentración de la riqueza en pocas manos, incrementando la pobreza y la aplicación de patrones insostenibles de producción y consumo, con fuertes asimetrías entre oportunidades y resultados, advirtieron participantes en el Primer Congreso Internacional de Doctores en Administración.
En el panel Economía y globalización. Proteccionismo vs tratados internacionales, realizado en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), los especialistas sostuvieron que frente a tal panorama las fronteras convencionales desaparecen para dar lugar a una nueva economía en la aldea global.
La doctora por la Universidad del País Vasco Amaia Maseda García hizo un balance del proceso de globalización al que definió como la claridad y la parte oscura de la luna, en cuyos orígenes se presentó como palanca de crecimiento y desarrollo sostenible, a partir de la apertura de mercados nacionales, el libre comercio y el surgimiento de transnacionales que provocaron la eliminación de empresas públicas, privatizaciones y desregulación financiera internacional, en favor de la libertad del capital y de las tecnologías de la información y la comunicación.
Algunos beneficios potenciales de la globalización pueden ser un mercado mundial más eficaz, al aumentar la competencia y disminuir las posibilidades de los monopolios y oligopolios; la mejora en la comunicación y la cooperación internacional que puede aumentar el aprovechamiento de los recursos naturales; el impulso científico-técnico, y de la capacidad de maniobra frente a las fluctuaciones de las economías nacionales o la eliminación de las barreras de acceso a los mercados laboral, financiero y de bienes y servicios, entre otros.
Sin embargo, ese fenómeno conlleva también riesgos, incluidos el desequilibrio económico, social y territorial; el descuido en los índices de desarrollo humano; el incremento de la pobreza; la pérdida de segmentos productivos que no se adapten a la competencia; el control sobre los medios de comunicación para homogeneizar los discursos y “una macdonalización cultural y social”, esto es, la presencia de las mismas tiendas en cualquier lugar del mundo, con modelos de consumo y culturales iguales y ajenos, lo cual busca estandarizar el comportamiento social.
Los defensores de este sistema sostienen que se presenta como históricamente irreversible y al cual deben sumarse todos los países, si no quieren perder el tren del desarrollo, pero también hay una corriente de detractores que asevera que no es más que una nueva forma de colonialismo, ya que en el fondo lo que se ha hecho es reemplazar viejas formas de sometimiento por otras más sofisticadas que impiden superar la distribución desigual del poder y la riqueza en el mundo.
La doctora en Ciencia Política Mónica E. Bruckmann Maynetto se refirió a cambios profundos en la economía mundial que se muestran en la segunda década del siglo XXI, pero que forman parte de un largo proceso.
El Fondo Monetario Internacional, avalado por el Banco Mundial, publicó un ranking de las diez mayores economías del mundo medidas por su producto interno bruto y por el dólar ajustado al poder de compra, que indica que desde 2014 China es la primera, seguida por Estados Unidos que es desplazado a un segundo lugar por primera vez desde la posguerra.
De acuerdo con la prospectiva de ese informe, la tendencia es que las economías desarrolladas están disminuyendo su tasa de crecimiento económico y las emergentes están manteniendo una tasa elevada y con un potencial de seguir creciendo.
Es decir, hay un desplazamiento del dinamismo económico de Estados Unidos y Europa hacia oriente, particularmente China e India, pero también hacia África y tendríamos que ver cómo esto impacta de manera eventual a América Latina, aseguró Bruckmann Maynetto.
El doctor en Economía por la Universidad de Texas Pedro Páez Pérez se refirió a la crisis estructural “que estamos viviendo, de sobreproducción y abundancia”, así como al impacto que eso tiene a nivel planetario y en el ámbito financiero global.