21 de noviembre de 2024

OPINIÓN | Coordinación, por sí sola no resuelve la violencia

“Lo que más odias en la vida más cerca lo tendrás” y eso es lo que pasa en materia de coordinación, cuyos primeros esfuerzos fueron realizados por gobiernos neoliberales

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Foto: Proceso

Nunca como ahora el término coordinación había sido utilizado como panacea para tratar de resolver infinidad de retos, desde salud, desarrollo social hasta seguridad; sin embargo, por sí sola no resuelve el problema de la violencia, como ha quedado de manifiesto en lo que va de la actual administración.

Aún cuando el gobierno federal en turno se ha adueñado de este concepto para tratar de desmarcarse de todo lo realizado en administraciones anteriores, la realidad es que no hay nada nuevo bajo el sol, ya que este esquema de trabajo no nació en el 2019 ni tampoco cuando el hoy presidente de la República fungía como jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Los antecedentes más cercanos a lo que hoy se conoce como coordinación datan de la administración de Ernesto Zedillo.

Para ser exactos se ubican en 1994, tras el surgimiento del EZLN, cuya atención precisó de una respuesta de carácter multidisciplinario, ya que ninguna institución por sí sola tenía las atribuciones y capacidades suficientes como para hacer frente a dicho problema sin causar la pérdida de vidas humanas como sucedió durante los primeros días de conflicto.

Más tarde surgieron los primeros Grupos de Coordinación operativa en materia de seguridad en aquellas entidades donde las policías municipales y estatal no podían hacer frente a la problemática local por sí solas y requerían el concurso de la federación.

Este tipo de grupos prevalecen hasta nuestros días y la actual administración únicamente les cambió el nombre para no parecerse al pasado, así es que hoy se denominan Mesas de Coordinación o Mesas de Seguridad para la Construcción de la Paz, las cuales tienen la misma metodología de trabajo con la que funcionaban hasta 2018.

Por si esto no fuera suficiente, el término Mesa de Seguridad también fue copiado del modelo de trabajo realizado por el gobierno federal y las organizaciones de la sociedad civil entre 2010 y 2012 en Ciudad Juárez, Chihuahua, cuyo esfuerzo coordinado permitió una reducción del 85% en homicidios dolosos y del 100% de los casos de secuestro, además de la reactivación económica y recomposición del tejido social en menos de dos años.

Si esas fueran las metas de las actuales Mesas de Seguridad o de Coordinación, como lo dijo en su momento el ahora ex Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (9 de agosto 2018) cuando se comprometió a que en 3 años la tasa de homicidio doloso de nuestro país sería como la de los países que integran la OCDE -que es 3.7 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes al año- otro gallo nos cantaría, pero la realidad es muy distinta, ya que en vez de disminuir, aumentó hasta 29 casos por cada 100 mil habitantes.

Bajo esta denominación, actualmente funcionan en el país 32 Mesas de Coordinación estatal y 150 de 266 regiones prioritarias en que la Guardia Nacional ha dividido el país. En ellas participan autoridades de los niveles estatal y municipal, así como otras del ámbito federal que tienen que ver con los programas sociales, educativos y laborales cuya función es la prevención social del delito; pero igual que las de seguridad, no tienen definidos indicadores y metas, a pesar de que manejan una gran cantidad de recursos económicos.

Si hubiera necesidad de recurrir a un lenguaje más coloquial, como el que suele usar el propio titular del ejecutivo federal, podríamos decir que “lo que más odias en la vida más cerca lo tendrás” y eso es lo que pasa en materia de coordinación, cuyos primeros esfuerzos fueron realizados por gobiernos neoliberales y no dudo que hoy prevalezcan hasta los mismos actores, pero con otro color.

Volviendo al tema de la coordinación, ésta solo florece y se desarrolla cuando no hay protagonismo de parte de los titulares de las dependencias locales y federales, ni tampoco la intención de asumir el mando de todas las instancias civiles por parte el Ejército; por lo menos así ha sucedido en el pasado reciente donde ha habido resultados positivos.

Con el cambio de titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana toma fuerza nuevamente la palabra coordinación, ya que de acuerdo al perfil de quien llega, su fuerte es la coordinación ya que ha estado al frente de esa función en el gabinete de seguridad del entonces Distrito Federal, solo que este concepto por sí solo no resuelve el problema de los mercados ilícitos, sus ganancias y la violencia que generan.

Para ello se requiere además de un profundo conocimiento del tema, un liderazgo que vaya más allá de lo que dice un organigrama y los afectos de quien detenta el poder a nivel federal.

Por trillado que parezca, si se quieren obtener resultados diferentes en materia de seguridad no se puede seguir haciendo lo mismo, es decir, solo apostarle a la coordinación no es la solución, eso ya se hizo durante los casi dos años de la actual administración y no resolvió el problema, mejor la pandemia ayudó a bajar la incidencia de delitos, robos particularmente, que la coordinación.

Este tipo de esfuerzos se han hecho durante los últimos 25 años por gobiernos emanados del PRI y del PAN, algunos de ellos exitosos como el Grupo de Coordinación para la atención de Instalaciones Estratégicas y el de atención del Tráfico de armas, que siguen vigentes hasta nuestros días, y obviamente la Mesa de Seguridad de Ciudad Juárez.

Si quieren dar mejores resultados en seguridad, es el mejor momento para innovar y medir el éxito del trabajo “coordinado” con indicadores y metas claras, no solo utilizando verbos en infinitivo o en gerundio, esos ayudan a posicionarse políticamente y tal vez hasta para ganar elecciones, pero no resuelven el problema de fondo.

Tampoco desdeñando todo lo que se ha hecho en el pasado, porque igual se coordinaban en el gobierno de Vicente Fox con sus 26 mil 60 homicidios dolosos durante los primeros 23 meses de gestión; con Felipe Calderón con sus 21 mil 920 casos; con Enrique Peña Nieto con sus 32 mil 807; que con López Obrador con sus 66 mil 352 muertos.

Todos tenemos derecho a equivocarnos, pero también la obligación de hacer mejor las cosas.

El nombre es lo de menos; con Felipe Calderón se llamaron “Operativos Conjuntos”, “Mesa de seguridad” y Coordinación de gabinetes temáticos; con Enrique Peña Nieto se denominaron “Grupos de Coordinación” por entidad federativa y el trabajo de inteligencia por encima de a flagrancia, mientras que con López Obrador se reinventa la “Coordinación” con énfasis en materia de seguridad, en particular entre los integrantes del Gabinete del mismo nombre.

En síntesis, no hay nada nuevo bajo el sol, solo cambia la narrativa y los buenos deseos de que las cosas salgan bien.

Facundo Rosas realizó sus estudios de Ingeniería en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), donde fue condecorado con la “Medalla al Mérito Universitario”;  cuenta con Maestrías en Administración y en Seguridad Pública y Derechos Humanos.

Facundo Rosas

Su trayectoria incluye el haber sido Director General de Terrorismo de la Policía Federal Preventiva (PFP), Director General de Análisis Táctico de la Agencia Federal de Investigación (AFI), Coordinador de Inteligencia para la Prevención de la PFP, Subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial de la SSP Federal, Subsecretario de Prevención, Vinculación y Derechos Humanos de la SSP Federal, entre otros cargos.

Entre marzo de 2010 y febrero de 2012 atendió directamente la problemática de violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua en el marco de la Estrategia “Todos Somos Juárez”.

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