18 de abril de 2024

La recuperación de conocimientos ancestrales permite salvaguardar los inmuebles y elevar la calidad de vida de la sociedad, en armonía con la naturaleza, afirmó el doctor Luis Fernando Guerrero Baca, profesor-investigador del Departamento de Síntesis Creativa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Al dictar la conferencia Construcción tradicional con tierra en zonas sísmicas, organizada por el Seminario Permanente del Posgrado en Ciencias y Artes para el Diseño de la Unidad Xochimilco, explicó que la historia “nos muestra muchos diseños altamente eficaces, como los realizados por la cultura Mochica en el antiguo Perú entre los siglos II y V, y cuyas ruinas perduran hasta nuestros días”.

Este tipo de arquitectura empleó el adobe como base, material con el que se edificaron grandes palacios, urbes y templos, los cuales se recubrían de tierra y eran sumamente resistentes.

El especialista en Conservación y Restauración del Patrimonio Construido comentó que los edificios se caracterizan por el uso de bloques rectangulares y la separación con juntas verticales, lo que permite distribuir el impacto y tener mayor movilidad ante los movimientos telúricos.

Otro recurso de diseño parasísmico es la formación de franjas horizontales separadas mediante capas de varas, carrizos o algún otro material, frecuente en casas de adobe en zonas sísmicas de Pakistán, Argelia y Chile.

Esta clase de refuerzos también se ha encontrado en casas antiguas de Morelos y Puebla, dicho sistema incrementa la capacidad de carga de los muros y disipa la energía, lo que los ha hecho resistir los embates del tiempo y la naturaleza.

Otros componentes que tienen el mismo efecto frente a un sismo son los tirantes –vigas que atraviesan el techo de las construcciones– los tapancos y los sistemas de tejado, muy populares hasta el siglo pasado.

Otro ejemplo es el bahareque, un método constructivo que utiliza material vegetal como cañas o palos, entretejidos y recubiertos de barro. Esta técnica ha sido utilizada desde el año 2554 a. C. en América y se preserva hasta la actualidad.

Aunque ofrecen muchas posibilidades, este tipo de estructuras han perdido popularidad, ya que existe desinformación al respecto y se cree que son débiles y poco resistentes, idea fuertemente difundida luego del terremoto del 19 de septiembre de 2017.

A este respecto indicó que la mayoría de las viviendas tradicionales dañadas por el sismo estaba alterada en su estructura, es decir, los muros habían sido modificados con castillos o trabes, sin saber que el concreto puede destruir los edificios de adobe.

Finalmente, señaló que es necesario cambiar algunos criterios en la industria de la construcción “frente a la emergencia ambiental que vivimos, por lo que voltear a ver estas experiencias permitirá vislumbrar otros horizontes y maneras de hacer vivienda, con miras a una arquitectura verdaderamente sostenible”.

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