23 de marzo de 2024

OPINIÓN | COVID-19: menos camas ocupadas, pero más fallecidos

Debería de revisarse por qué se dio tanta prioridad a que existiera un alto porcentaje de camas disponibles, pese a que había gente que las necesitaba y por qué se les abrieron dichos espacios cuando ya era demasiado tarde

covid menos camas ocupadas

Foto: Corat

Los datos difundidos por el vocero del gobierno federal la noche del lunes 5 de octubre en materia de coronavirus vinieron a confirmar lo que durante mucho tiempo se negó: la existencia de un subregistro de personas contagiadas y fallecidas a causa de la COVID-19 en México que al sumarlas se tradujeron en 28 mil 115 contagios confirmados más y 2 mil 789 muertes adicionales.

Esta alarmante cifra no guarda relación con el bajo número de camas de hospital ocupadas al día de hoy que ronda el 28 por ciento sin ventilador y 22 por ciento con ventilador, por lo que dicho indicador no es significativo para evaluar que vamos bien y que en breve todo volverá a ser como antes en todos los ámbitos, incluyendo el económico.

Dicho en otras palabras, a menor número de camas ocupadas, más muertes por COVID-19, una ecuación que no tiene lógica en un país que acaba de rebasar los 82 mil fallecidos y cuya tasa de mortalidad es ya de 64 casos por cada 100 mil habitantes, que ubica a México en el top ten mundial.

De poco sirvió cuidar tanto las camas (con y sin ventilador), si al final la gente murió en los hospitales públicos sin siquiera habérsele asignado una de ellas y en el mejor de casos falleció tras haber ocupado solo momentáneamente una con ventilador.

Lo peor de todo es que un estimado del 10 por ciento de las personas que perdieron la vida ni siquiera acudieron a un nosocomio y se quedaron en sus hogares a enfrentar la enfermedad, dificultando la toma de la muestra que pudo haber servido para confirmar el contagio y atenderlo, engrosando además el número de personas cuya acta de defunción señala que pudieron haber muerto por coronavirus, pero quedaron fuera del registro porque no existía el criterio recién aprobado.

El ajuste metodológico, derivado del cambio de criterio para considerar a una persona como caso positivo por el hecho de tener enfermedad respiratoria y haber tenido contacto con algún contagiado o fallecido en los 14 días anteriores, independientemente de que tenga o no la prueba de laboratorio, trajo consigo que al número de contagios confirmados y fallecidos se disparara y diera la sensación de que el tan temido rebrote había llegado.

Con esta nueva forma de medición, el martes 6 de octubre los principales indicadores volvieron a los niveles de la semana pasada, es decir en torno a los 5 mil contagios confirmados y cerca 500 defunciones diarias, lo cual no es un consuelo, pero por lo menos da cuenta que el crecimiento exponencial en las cifras del lunes fue circunstancial y derivado de la incorporación de datos de semanas y meses anteriores.

Al respecto, falta aclarar a partir de qué mes se medirán los efectos de la pandemia con este criterio que modificará más de un indicador, porque ya iban más de 7 meses que la medición se hacía solo a partir de los resultados de las pruebas de laboratorio.

Queda claro que el indicador de camas sin ocupar solo fue utilizado como sinónimo de éxito por parte del gobierno de la República durante las conferencias nocturnas y de los días martes por la mañana, sin tomar en cuenta las razones de la gente para no acudir a los hospitales y las dificultades que enfrentan quienes logran llegar a ellos, pero no son recibidos.

Si tal infraestructura fuera eficiente en términos de recuperación de enfermos que ingresan a los hospitales públicos, no habrían muerto el 86.7 por ciento de las personas contagiadas que son atendidas en dichos lugares.

Lo que no alcanza a entenderse es como disponiendo de más del 72 por ciento de camas generales y 78 por ciento con ventilador, el porcentaje de fallecidos es superior al 86 por ciento en este tipo de hospitales, es decir, a menos camas ocupadas se tienen más muertes.

Si bien no existe una correlación de tipo causal entre camas disponibles y muertes en los hospitales del sector público, debería de revisarse por qué se dio tanta prioridad a que existiera un alto porcentaje de camas disponibles, pese a que había gente que las necesitaba y en el mejor de los escenarios por qué se les abrieron dichos espacios cuando ya era demasiado tarde y terminaron falleciendo.

Estas interrogantes deberían de resolverse antes de que el eventual rebrote toque tierras mexicanas, estamos a tiempo de que no nos encuentre con muchas camas disponibles pero escaso capital humano y menor voluntad política.


Facundo Rosas realizó sus estudios de Ingeniería en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), donde fue condecorado con la “Medalla al Mérito Universitario”;  cuenta con Maestrías en Administración y en Seguridad Pública y Derechos Humanos.

Facundo Rosas

Su trayectoria incluye el haber sido Director General de Terrorismo de la Policía Federal Preventiva (PFP), Director General de Análisis Táctico de la Agencia Federal de Investigación (AFI), Coordinador de Inteligencia para la Prevención de la PFP, Subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial de la SSP Federal, Subsecretario de Prevención, Vinculación y Derechos Humanos de la SSP Federal, entre otros cargos.

Entre marzo de 2010 y febrero de 2012 atendió directamente la problemática de violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua en el marco de la Estrategia “Todos Somos Juárez”.

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