24 de marzo de 2024

Dajla: el punto de encuentro donde el diálogo entre palestinos e israelíes se produce

Frente a la violencia del conflicto palestino-israelí, ciudadanos de ambas partes se reúnen para condenar la violencia y apostar por el acercamiento como única salida para un conflicto enquistado

El conflicto entre palestinos e israelíes, lejos de solucionarse, se ha intensificado. Ni los Acuerdos de Oslo ni las resoluciones por conseguir la paz han sido capaces de reducir la violencia que asola a Israel y a los territorios palestinos. Los discursos políticos siguen congelados en el mismo punto. Ni desde Israel ni desde Palestina la narrativa política ha cambiado. Del mismo modo, tampoco se ha tratado de encontrar puntos en común que pongan fin a esta situación.

 

Los discursos políticos inundan de odio y rencor un escenario ya de por sí dañado por su historia. Unos y otros reclaman lo que ellos consideran como suyo a través de una vía que ha resultado ser la única impulsada por las esferas políticas: la violencia. De hecho, es esta la única opción “viable” a la que estamos acostumbrados a ver en este conflicto. Los Acuerdos no han servido para la paz y ni siquiera se han mostrado otras alternativas. Así lo explicaba para EFE el asesor durante las negociaciones, Ilan Baruch, quien declaró que “desde el punto de vista conceptual hicimos historia, porque por primera vez israelíes y palestinos se esforzaron por resolver el conflicto bilateralmente” pero, en realidad, “hubiera sido necesario el reconocimiento del Estado palestino”, lamentaba.

 

 

Sin embargo y, a pesar de que no se muestren, existen otras realidades. En el foro de La Iniciativa Religiones Unidas (URI), celebrado en Dajla, palestinos e israelíes comparten mesas de debate y espacios en común con un único fin: demostrar que no solo existen las voces de sus políticos correspondientes, si no que ellos quieren formar parte del cambio para dar paso a la construcción de escenarios donde la convivencia sea pacífica, a pesar de la dificultad que esto acarrea.

 

El miembro de la organización judía “Roots”, Reuven Hanan Stone, que reside actualmente en al suroeste de la Ciudad Vieja de Jerusalén, en el barrio judío, es claro ante esta situación. A pesar de ser judío el se muestra abiertamente crítico sobre la opresión que se está ejerciendo a la comunidad palestina y añade que esta situación se agrava más porque “los judíos y los palestinos no se escuchan ni tratan de entenderse. Desde los discursos pronunciados por ambas partes el tema es el mismo: protegerse del otro en mitad de una retórica que está plagada por el miedo”.

 

Recalca que el entendimiento “ya está pasando en Jerusalén todo el tiempo a través de mucha gente. Hay cosas que están ocurriendo y nadie las conoce fuera porque a los medios no les interesa. Los medios al fin y al cabo son un negocio y lo que vende es la guerra, la destrucción, ocasionalmente alguna historia personal, pero nadie va a escribir sobre el trabajo que la gente está haciendo durante todo el día y durante todos los días para conseguir la paz entre palestinos e israelíes”.

 

 

“Entre los judíos tenemos un dicho: dos judíos, tres opiniones. Imagínate eso entre millones de personas, hay millones de opiniones, lo mismo pasa en Palestina. No existe solo una opinión unida. Incluso si hay alguna opinión unificada, por ejemplo, sobre el pasado o la historia, las personas tienen ideas completamente diferentes sobre cómo eso puede impactar en el presente y el futuro. Hay personas que dicen solo necesitamos justicia, otros defienden la piedad. Otros dicen de dejar el pasado a atrás siempre que reconozcan un estado de Palestina”.

 

Al preguntarle sobre la razón de ser de los encuentros de la URI, Hanan afirma que por ese motivo “el tema de esta conferencia es tan importante e increíble. No solo por el dialogo interreligioso si no para prevenir el extremismo violento a través de él. No puedo ser falso, soy judío y puedo decir que se está haciendo una ocupación en territorios que los palestinos consideran suyos y al mismo tiempo puedo pensar que esos territorios también son sagrados para nosotros. Para mis todas las historias recogidas en la torá pueden ser verdad, pero eso no significa tener que pretender que no se está haciendo una ocupación. La ocupación está pasando y nosotros no estamos predestinados a hacer ese daño. Los judíos no volvieron a su patria después de miles de años para oprimir a otras personas”.

 

Hanan se muestra crítico con lo que se está cometiendo contra la comunidad palestina y piensa, que, a pesar del sufrimiento “histórico” de la comunidad judía, no justifica lo que se está haciendo contra los palestinos. “En el holocausto casi fuimos aniquilados, más de un tercio de nuestro pueblo fue destruido. Antes había 80 millones de judíos y ahora somos 45 millones. Había más judíos en 1939 de los que hay ahora. El miedo es muy real, pero desde hace muchos años estamos viviendo a costa del daño de los palestinos”, declara.

 

Desde la otra parte, y sentada al lado de Reuven Hanan, una joven palestina procedente de Belén que prefiere mantenerse bajo condición de anónima indica que “siempre ha querido estar en ese punto de encuentro entre israelíes y palestinos. Creo que es muy importante que existan encuentros entre palestinos e israelíes, además de otros países de la región. Aprendemos los unos de los otros, de cada comunidad”, afirma.

 

Explica que en este tipo de encuentros tienes la oportunidad de “poder ver a la otra persona en un nivel personal, desde un lado humano, hablar sobre sus vidas personales es muy importante. La mayor parte de mi exposición con los israelíes serían los soldados en los puestos de control, cuando nos conocemos en programas como este tenemos la oportunidad de hablar con personas que no son soldados, o que ya lo han dejado de ser. Conocer a personas, al fin y al cabo”.

 

Coincide con Hanan en que “cuando nos conocemos desde un lado personal tratamos de entender a la otra persona y lo que están intentando llevar a cabo. Cuáles son sus metas. Nadie se convierte en un extremista si no están siendo dañados. Hay una razón por la que las personas se convierten violentas o extremistas. Así que es importante entender cuál es el problema, hablar de ello y tener este diálogo”.

 

En cuanto a la solución sobre un Estado o dos, ella declara que no le importa demasiado «si se llama Palestina o Israel. Se creativo, llámalo de manera diferente y que nos dejen a todos vivir bajo un país, con el mismo gobierno, donde todo el mundo tenga los mismos derechos. Que no haya discriminaciones basadas en la religión o en la etnia. Que el Estado no tenga que ver con la religión, esto sería el mundo perfecto para mí”.

 

Ella cree que “el primer paso para conseguir algo y cambiar es que las personas se sienten juntas y se conozcan. En un principio yo solo tenía el imaginario de los israelíes como policías o soldados, pero no como personas, sin las armas. Cuando he empezado a conocer a gente de Israel he empezado a creer que todos somos lo mismo. Nos levantamos por la mañana, nos lavamos los dientes…hacemos las mismas cosas. Todos somos humanos, pero no lo vemos por cómo hemos crecido. Nosotros dos somos vecinos, estamos como a 10 minutos de distancia, pero estamos tan alejados los unos de los otros. Es tan difícil para nosotros poder reunirnos. Es más sencillo que Reuven venga a verme a mí a que yo vaya a verle a él porque yo necesito un permiso”.

 

 

“El simple hecho de empezar primero con un diálogo, es realmente importante porque te cambia la perspectiva de la otra persona. Cuando este vuelva a su comunidad al menos hablará con su gente cercana. Les dirá: he conocido a esta persona y son así, no como nos hacen creer…Son microcambios que pueden cambiar la mentalidad del otro, lo pueden normalizar y por supuesto podemos ir un paso más allá para arreglar las cosas. Para mí, la conferencia, el diálogo, aunque no hagas nada oficial, el hablar de esto a tu comunidad es suficiente porque cambias la perspectiva de la gente”, afirma.

 

Hanan continúa en la misma línea que ella. Relata que hacer daño a los palestinos “no es nuestro destino. No es lo que queremos hacer, pero lo estamos haciendo y tenemos que ser honestos con nosotros mismos y entender que eso está ocurriendo ahora. Tenemos que cambiar la situación, esto no es automático, es muy complicado y es doloroso, pero no es una ciencia, esto son derechos humanos. Y nosotros como humanos tenemos el poder y la responsabilidad de hacer algo diferente, actuar diferente y cambiarlo”.

 

Defiende que “lo que necesitamos hacer es conocer el pasado del otro, conocer su dolor y su sufrimiento y no comparar. Olvidarse del discurso de mi dolor es peor que el tuyo o yo he sufrido más. Conozco a gente que ha perdido sus casas y ahora hay judíos viviendo allí, su dolor es muy real”.

 

Lamenta, sin embargo, que los judíos argumentarían que “nuestro dolor es mayor porque hemos estado perseguidos durante miles de años. Ese trauma colectivo ha conformado cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo nos relacionamos. No deberíamos ni pelearnos ni compararnos. Ambos estamos en lo cierto y ambos necesitamos crear el espacio para el otro y entender su dolor. Cuando entiendes eso puedes entender su miedo y te preguntas qué es lo que ellos quieren, cuáles son sus sueños, qué podemos hacer”.

 

“Demostrar que la paz y la cooperación en todos los niveles beneficiará a todo el mundo. La razón por la que estamos cada vez más alejados de la paz es porque los acuerdos que alcanzamos nadie los está siguiendo ni respetando. Para los palestinos sus vidas, incluso con estos acuerdos, han empeorado. Ahora existen todavía más puntos de control y más intervenciones militares”, señala.

 

En cuanto a la existencia del actual muro que separa Jerusalén de los territorios palestinos Hanan afirma que “el muro esta perpetuando el conflicto. Jerusalén es uno de los grandes centros económicos, miles de negocios se cerraron, la gente tiene peores condiciones de vida, peor economía, más desesperación, tienes menos que perder y si en ese contexto aparece una organización terrorista con su propaganda los jóvenes son más vulnerables a creer en ella porque se dicen a ellos mismos que no tienen más opciones”.

 

 

Puntualiza que si dice estas declaraciones en muchos círculos de Israel “la gente me dirá que soy terrorista. Hay que buscar una forma de comunicarse y por eso estoy aquí. Creo que el diálogo es importante, aunque no es suficiente. También necesitamos acción, pero solo con la acción no haremos nada”.

 

En relación con la violencia llevada a cabo por ambas partes declara que “no hay gente puramente malvada, nos han enseñado que tenemos que hacerlo así a través de la violencia. Es la única forma de protegernos y se han hecho cosas horribles a los palestinos con esa retorica. Ellos se creen que eso es defenderse”.

 

Al preguntarles sobre la violencia ejercida en Al-Aqsa y en la celebración del Yom Ha’atzmaut, el día nacional de Israel que conmemora la independencia del Estado de Israel, afirma que “el único marco que se da es de las pocas personas que son violentas. En el Dia de Jerusalén, por ejemplo, los ciudadanos israelíes no apoyan la violencia contra la comunidad palestina. La gente que provoca esos episodios de violencia no vive ni siquiera en Jerusalén, vienen ese día específicamente. La gente viene a provocar”.

 

“Hay una urgencia para los palestinos, están con amenazas continuas, tampoco les dejan construir casas. Nunca podremos tener un país saludable si mantenemos la ocupación. Desde el privilegio que tenemos nosotros deberíamos hacer cosas buenas. Debemos utilizar la posición de poder en este contexto. Tenemos una masiva inversión militar por parte de EE. UU. que nos ayuda a mantener esa ocupación. Tenemos que usar nuestra posición de privilegio para hacer el bien y para ayudar a los más vulnerables”, concluye.

Tzvi Rozemman vive en Tel Aviv. Su hijo fue víctima hace 20 años de un atentado terrorista perpetrado por un palestino extremista. Este detonó su chaleco bomba y acabó con la vida de múltiples personas. El hijo de Rozemman tuvo la suerte de sobrevivir, pero sus heridas fueron múltiples y tuvo que pasar por la mesa de operaciones en repetidas ocasiones.

 

Sin embargo, Rozemman no guarda rencor. Habla de la importancia de “no buscar la venganza”. Afirma que “tenemos que hacer sentir a los palestinos que no queremos matarlos. Los judíos en Israel dicen: nos van a matar. Si les dejamos hacer esto o lo otro nos van a hacer daño. Muchos en Israel creen en esta retórica. La gente tiene miedo de caminar en la calle de Jerusalén Este porque creen que los árabes se pasean por ahí con un cuchillo”.

 

El mismo indica que conoce a los árabes “la mayoría de ellos son de Marruecos, Túnez, Libia y nunca han visto a un israelí en su vida. Yo puedo representar a las personas que no quieren odiar, personas que ven a las otras como humanos. Conocer el uno al otro. No hay que dejar que la historia y las memorias te gobiernen. No tienes que reclamar tus recuerdos en cada argumento del pasado. Hacemos eso con los palestinos y viceversa. Hay que perdonar, aceptar que es el pasado. Si quieres un futuro para tus hijos y para tus nietos es la única vía”.

 

“La ignorancia crea conflictos. El conocimiento y la familiaridad acaba con el odio. El odio es un sentimiento antinatural para las personas. En Israel hay un millón de árabes. Muchos de ellos hablan hebreo y están conectados con el grupo de poder israelí”, declara.

 

Para la marroquí Safaa Ikaz esta es la primera vez que asiste a un evento como este. Ella se muestra emocionada y declara que este tipo de encuentros se hacen para conseguir “cosas maravillosas”. Señala que “estamos en una región en la que muchos de los conflictos son por la religión. El objetivo de este evento es traer a las personas de la zona y de otras regiones para reunirse y hablar sobre sus conflictos, además de tratar de hallar soluciones”.

En cuanto al conflicto palestino-israelí, Ikaz afirma que “el primer paso para encontrar una solución es sentarles en la misma mesa. Si estos se negasen a sentarse en las mismas mesas la solución sería inalcanzable. Aquí tenemos personas que han dedicado su vida a esta causa. Las personas que están aquí son como un símbolo de esperanza para la región. Ellos son parte de la solución y del cambio”.

El hecho de que haya “palestinos e israelíes hablando juntos es algo inusual. Es algo que no verás en más sitios. Si estuviesen en su país no podrían hacer este tipo de cosas. Sentarse, hablar juntos. Cuando hablas con gente, por ejemplo, de Israel crees que van a ser muy nacionalistas, pero yo me he sorprendido. He hablado con judíos aquí y empatizan mucho con la causa palestina. Son activistas e intentar fomentar esa integración. Es sorprendente, necesitamos a más gente así”.

Relata que “no todos son los enemigos. Algunos sí. Los políticos por ejemplo quieren que se perciba así. Pero al fin y al cabo la realidad es que son personas, son humanos. La paz en Jerusalén es muy difícil, pero yo espero ver a Jerusalén coexistiendo en paz”.

Tal vez reuniones como esta sean la esperanza por la que los participantes creen que se puede encontrar una solución. Como afirmaba Hanan estos encuentros “muestran otra realidad que está ahí, pero a la que no se le da voz”. Cambiar la narrativa es, para ellos, el principio del cambio de un estatus quo que está congelado y que la esfera política se encarga de mantener. Para ellos esta situación política y social no se puede sostener más ni tampoco quieren seguir formando parte de ella.

Deja una respuesta