19 de abril de 2024

Historias de histeria en la posmodernidad (parte 13)

Inés pasó de vivir en un basurero a montar un consultorio psicológico que atiende exclusivamente a mujeres que son abusadas por sus familias. ¿Cómo fue su proceso?

mejor me tiro a la basura

El equilibrio no significa evitar conflictos. El equilibrio implica la fuerza para tolerar emociones dolorosas y poder manejarlas sin interrumpir el curso de la vida.

Melanie Klein

Mejor me tiro a la basura (Los desenlaces)

(Aquí puedes leer la primera y la segunda parte)

Así transcurría vida de Inés Carriedo; durante el día trabajaba en su carreta de mariscos, por la tarde se iba a casa y recibía la visita de su novio Isaac, y ya cuando éste se iba, se quedaba conviviendo con sus padres.

Cuando Inés le comentó a su madre que había ciertos rumores de que Isaac aún tenía contacto con su antigua novia, y que no quería caer en chismes, la madre lo resolvió diciéndole que así son los hombres y que lo importante es que le diera su lugar a ella. Inés no quedó muy conforme con las palabras de su madre, pero entendía que no la iba a hacer cambiar de parecer.

En aquellos días el matrimonio Carriedo les notificó a sus hijas que les iban a heredar en vida a cada una dos negocios y los padres conservarían el resto, pero que esto ocurriría tres años después a partir de que les estaban dando la noticia para que se prepararan lo mejor posible para administrarlos.

Inés lo tomó muy en serio, con mucha formalidad, como solía tomar las cosas y se metió a unos programas del INEA, con los que pudo obtener en un período de dos años sus certificados de primaria, secundaria y preparatoria, presentando los respectivos exámenes que acreditaban cada nivel.

Si bien es cierto que no tenía educación formal, de alguna manera siempre fue una chica que le gustaba cultivarse, asistir a clases por acá de pintura, por allá de repujado, por acullá de literatura, así que el asunto de los exámenes fue un mero trámite.

Isaac -le dice Inés a su analista- en cuanto ella le platicó lo de la herencia, le propuso matrimonio, y se casaron un año después. El plan de Isaac no estaría completo hasta que no les dieran nietos a los señores Carriedo, así que como si alguien cronometrara desde el día de la boda al día que nació su primer hija pasaron nueve meses exactamente, un año para la segunda y tres años para la tercera.

Al haber crecido tan rápido la familia, el señor Carriedo agregó un negocio más a la dote, así que para cuando la niña mas grande tenía tres años, Isaac vivía en una casa que les había regalado su suegro, y él administraba los tres negocios que le regalaron a su esposa.

Un par de años después Inés estaba convertida en una ama de casa y paso a paso era sometida a la voluntad de su esposo. Por ejemplo, le pidió y ella aceptó la firma de un poder absoluto para administrar los negocios y sus respectivas cuentas de banco; otra situación es que se llevaba las llaves de su carro para que no saliera, él le decía que no tenía nada que hacer afuera, que para eso estaba él, para llevarle lo que le hiciera falta, entonces básicamente para salir tenía que hablarle a su mamá para que la llevara a algún lugar.

Los años fueron pasando y dentro del hogar Isaac se encargaba de poner a cada una de las hijas en un pedestal a costa de la vida de su esposa; mientras por un lado devaluaba la imagen de su Inés, por otro lado envanecía a las hijas. Al ser “emigrado”, Isaac tenía el derecho de llevar a las niñas a escuelas en Estados Unidos,  por lo que desde muy chicas eran bilingües, y él les subrayaba el hecho de que le pusieran el énfasis al asunto de la educación para que no fueran unas burras como su mamá, que es de rancho, y que hasta que ya estaba grande hizo la primaria.

Las niñas se reían de Inés en su cara y si esta las quería reprender, Isaac intervenía aludiendo a la salud mental de Inés: “estás loca, te molesta que tus hijas se superen en la vida y que no vayan a ser como tú”.

Así que Isaac fue construyendo artesanalmente una rivalidad entre Inés y sus hijas, en la que las hijas tenían a Isaac como aliado e Inés a nadie, entonces básicamente Inés se quedó sola y siempre estaba a la defensiva, porque era atacada por cuatro flancos.

A Inés le daba vergüenza externar lo que sentía debido a que en resumidas cuentas no le caían bien sus hijas, las consideraba malcriadas, malagradecidas y abusivas, ¿qué madre “normal” tiene esa clase de sentimientos?

Además de todo decidió callar la situación entera; Inés preparaba los desayunos, cada vez mas sofisticados, porque las pretensiones de las primero niñas después adolescentes no tenían límites; Inés lavaba ropa, las tenía que apoyar en las tareas; Inés limpiaba la casa; Inés decoraba la casa, sin recibir nada en retribución por parte de nadie.

El asunto de los negocios derivó en que Isaac se adueñó de ellos, no le daba dinero, el poco dinero que traía se lo depositaba su mamá, y además se fue enterando poco a poco de las varias mujeres a las que Isaac mantenía con casa y todo, con el dinero que obtenía de los mariscos Carriedo.

Después de quince años de vivir así, Inés cayó en un depresión muy fuerte, de tal manera que dejó de salir de su habitación; era evidente para cualquier persona con tres dedos de frente que estaba deprimida, obviamente en lugar de hacerla atender decían en voz alta que ya se había vuelto loca.

Aún así intentaban que les sirviera de alguna forma, que cocinara, que lavara, que hiciera algo, pero no lo consiguieron. Cinco meses después del autoconfinamiento de Inés, Isaac entró decidido a su habitación y le dio un ultimátum:

“En esta casa no se admiten huevonas, todos tenemos actividades, así que si piensas seguir así, más vale que te largues, loca”.

Inés se puso unos pants, una playera y empezó a deambular por el pueblo, hasta que vio un contenedor de basura y con el juicio disminuido y la emocionalidad rota, decidió introducirse en éste.

El psicoanálisis duró algunos años; lo primero que hizo fue contratar un abogado y recuperar sus negocios. En realidad no le costó mucho dinero ni complicaciones.

Lo segundo fue divorciarse e irse a vivir ella sola a una casa que compró y decoró; después se metió a la universidad a la carrera de psicología, estaba determinada a ayudar a otras mujeres que pudiesen estar pasando lo mismo que ella.

Isaac tuvo un intento patético por detenerla; comenzó a asistir a un grupo religioso en la catedral, que dirigía el obispos vía discurso católico. Prácticamente la condenó al infierno si no albergaba el perdón en su corazón.

Para estas alturas Inés ya llevaba dos años de análisis, así que este intento de manipulación le hizo lo que el viento al Juárez.

Hoy en día Inés tiene un consultorio montado, y atiende exclusivamente mujeres que son abusadas por sus familias; sus hijas la visitan esporádicamente, tanto ellas como Isaac tuvieron que conseguir empleos y ganarse la vida.

*Los nombres y algunas circunstancias fueron modificados para proteger la privacidad y la identidad de los involucrados.

*Las ideas contenidas en este texto son responsabilidad de su autor y no reflejan la postura de News Report MX

Gabriel Zamora Paz (@DrGabbo) es Psicólogo por la UABC, Maestro en epistemología y doctor en Psicoanálisis Lacaniano.

Cuenta con 20 años dedicado a la actividad clínica como psicoterapeuta primero, cómo psicoanalista desde hace 6 años y trabajó 6 años como académico en la UPN.

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